Eres hermosa para mí

XX

                                                                               **Vi Lexington**

"Me he enamorado de ti,

y es enfermedad tan mala

que ni la muerte la cura,

según dicen los que aman."

"El querer.", Manuel Machado.

Vuelvo a llorar al escuchar la necesidad con la que me lo pide, no me atrevo volver a verlo, así que retiro la vista.

-No te merezco, Vi, estoy completamente seguro de que no lo hago, pero déjame probarte que puedo ser digno de ti...

Por fin posa sus manos sobre mis caderas y me acerca más a su cuerpo, sus labios se entierran a mi cuello, con un aire de necesidad con cada roce que me da.

-J-Joe...

Y claro, al sentir una leve caricia de su parte, yo ya estaba casi rogando para que no parase, no importaba lo que hacía unos pocos minutos había pasado, quería saber que él aún me deseaba de algún modo.

Sin pensarlo más, enterré mis uñas en la piel de su cuello, alentándolo a que no parase.

-No me dejes, bonita.

Cuando levantó el rostro, volví a notar más lágrimas desbordando hasta perderse bajo su mandíbula.

Con mis labios, besé cada una de las gotas que empezaban a caer con mayor frecuencia, su rostro ya no estaba tan lastimado, y por primera vez, quise imaginármelo sin ningún rastro de violencia en sus facciones.

-Necesito tiempo para pensar las cosas, yo no...

-¡Vi, yo no necesito un tiempo!, ¡te necesito conmigo!, ¿no lo entiendes? —vuelve a enterrar el rostro en la curva de mi cuello y mi hombro.

-Mis padres llegarán en unas pocas horas, debes irte —murmuro.

De nuevo su puño se estrella contra la pared, provocando terribles sonidos.

-Basta —mi voz suena como un susurro tembloroso.

-Vi...

-Debes irte —me zafo de su agarre y camino hacia la puerta.

-Habla conmigo —ruega.

-Ya lo hice, pero es como hablar con una maldita pared, yo no puedo... Necesito tiempo, para aclararme, para...

-No lo digas, no digas esa mierda de conocer más personas porque...

-Por qué, ¿qué?, ¿me estás amenazando?

-Victoria, no puedes estar con alguien más, yo...

-Estuviste perfecto estos días, días enteros sin saber de mí. Yo no tenía idea de dónde buscarte o si llamarte era una opción, no tengo opciones contigo, Joe.

-Sí, si las tienes Vi —da dos pasos hacia mí, pero se detiene al pisar el florero favorito de mi madre.

-No —bajo la vista a su pie que se retira del pequeño fragmento del florero.

-Victoria, lo siento...

Veo su puño cerrarse a su costado, y el terrible color que está tomando.