XXVI

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**Joe Joauven**


"Que tu carne sea mi carne,

que mi frente sea tu frente.

Quisiera que toda mi alma

entrara en tu cuerpo breve

y ser yo tu pensamiento

y ser yo tu blanco veste"

"Madrigal apasionado", Federico García Lorca.


Nos da la espalda, y empieza a escribir el tema de alquenos y demás. Estoy casi seguro de que los que estamos en el salón, no dejamos de ver su trasero, y la manera en que su cola de caballo se mueve un poco, debajo de su cintura.

—¿Alguna duda? —presto atención a la manera en que sus labios se mueven al hablar y como me observa de reojo.

Nadie dice nada, entonces se sienta en su lugar, y espera a que todos salgan para empezar a guardar sus cosas.

—¿Vas a quedarte hasta tarde? —me acerco a su escritorio.

—Sí, tengo que adelantar parte de la investigación, faltan cuatro meses para la feria, debo de estar preparada.

—Vas a estarlo, Vi —me recargo en su mesa y ella intenta no prestarme atención.

—Oí que hay una fiesta este fin de semana —dice.

—Sí, eso creo. Los equipos deportivos se van a juntar para hacerla, creo que estarán los de soccer, baloncesto y mi equipo.

—Suena bien —murmura.

Lo que menos quiero hacer es ir, pero sé que ella no lo hubiese dicho, si no se le apeteciera aparecerse por allá.

—¿Te gustaría ir? —digo más a regañadientes de lo que espero.

—¿Te molestaría llevarme? —intenta parecer neutra, pero no lo logra.

—No me molestaría en nada llevarte, es solo que esas fiestas no son para ti.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, hay mucho alcohol, drogas y muchas chicas anhelantes de un deportista.

—Veo que has ido.

—Solía ir, no pienso mentirte, pero lejos de eso, es un buen lugar para pasar un buen rato.

—Pues yo digo que vayamos, me quiero distraer de tantos trabajos y tareas.

—Iremos, bonita.

Mentiría si dijera que no me ponía nervioso que fuera conmigo, estaba seguro de que muchas de las chicas con las que había pasado un buen rato, iban a estar ahí. Y pensar que se lo restregarían en la cara, me hacía enfurecerme sin antes estar en dicha fiesta.


Manejaba con dirección a su casa, era al fin viernes, toda la semana no dejó de hablar de lo emocionada que estaba, puesto que la locación de la fiesta, era en una casa gigante con alberca y toda la cosa.

Estacioné la motocicleta frente a su casa y subí corriendo el pórtico para tocar la puerta.

Me abrió al instante su madre y me recibió con un cálido beso en la mejilla.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora