XXXI

6.3K 420 11
                                        



**Vi Lexington**


"Que el esfuerzo de dos personas para estar juntas puede mover montañas, hacer llover en los desiertos."

"Entradas de un alma enamorada.", Donovan Aguilar.


Su rostro está entre mis piernas, y lo único que puedo hacer es tirar más fuerte de su cabello, cada vez que sus labios tiran de esa íntima parte de mi cuerpo.

—Te deseo tanto, Vi —aprieto más mi agarre y vuelve a besarme.

—Te quiero —resoplo.

—Te quiero más —tiro más fuerte, y suelto un fuerte gemido cuando siento un fuerte nudo en mi estómago que está por explotar.



—Voy a necesitar que revise las últimas veinte páginas de tu investigación, señorita Lexington.

—Pero si esa es toda mi investigación, profesor...

Intento sonar comprensiva, pero obviamente me siento furiosa.

—Sé que es toda su investigación, las primeras cinco páginas son perfectas, pero todo lo demás, me parece un simple relleno. En vez de pasar tanto tiempo con el defensa del equipo, debería preocuparse más por esta investigación que le tiene una vida asegurada.

No quiero contestarle, porque sé que no me controlaré, así que solo asiento con la cabeza.

—No sé cuál su empeño en estar con ese joven, lo único que hace es distraerla de su objetivo, retírese.

Salgo del salón, enojada por lo que acaba de decirme, Joe no tiene nada que ver con ello, puede que un poco, pero no tiene la culpa de mi investigación tan mala.


Entro al laboratorio, e ignorando por completo a mi acompañante, me enfoco en la computadora y en revisar exhaustivamente todo el documento.

Por lo visto lo que había dicho el profesor era verdad, todo en la investigación sonaba soso y sin ningún interés con lo demás.

—Vi, está anocheciendo, ¿nos vamos? —dicen detrás de mí.

—Voy a quedarme un rato más...

—¿Segura? —asiento con la cabeza.

Lo veo salir por la puerta principal, cuando a su costado pasa un hombre de traje, mostrándome un perfil muy similar a uno que conozco a la perfección.

La puerta del laboratorio vuelve a abrirse, y me levanto para ver de quién se trata.

—Buenas noches —dice el hombre.

Apuesto a que apenas y tiene cuarenta años, y a pesar de su edad, se ve extrañamente guapo, e intimidante.

—Buenas noches —digo con voz diminuta.

—Mi nombre es Jacobo, Jacobo Joauven...

Me hielo en el lugar donde estoy, no parpadeo y ni siquiera siento que respiro.

—Soy...

—Victoria, lo sé.

Vuelvo a asentir con la cabeza y me rodea para estudiar mi cuerpo vestido por la bata blanca.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora