**Joe Jouven**
"El amor no busca contentarse a sí mismo,
Ni tiene por sí mismo cuidado alguno,
Sino que a otro da su paz
Y construye un cielo en la desesperación del infierno."
"El terrón y el guijarro", William Blake.
-¡Jacobo, déjalo!—grita mi madre, pero mi padre no detiene las patadas que aterrizan en mis costillas.
-Desaprovechó la oportunidad de su vida, ¡tiene suerte de que hayan dos reclutamientos!—sale de la sala y escucho sus pasos alejarse por la escalera.
-Cariño, ¿estás bien? —mi madre se arrodilla a mi lado y acaricia mi rostro.
-¿Tú estás bien?—examino su labio lastimado y la marca roja en su mejilla.
-Yo estoy bien —me ayuda a levantarme y de inmediato yergo mi postura.
Mi madre es mucho más pequeña que yo, y menuda, se podría decir que es la mujer más fuerte que he conocido, pero estos últimos años, el título que le había otorgado, se había ido deteriorando con el tiempo. Mi madre era una cobarde, tal y cómo lo era yo.
-Voy a salir, ¿vale? —asiente— si pasa algo, llámame.
-No importa lo que diga tu padre, hiciste bien en defender a esa chica, eres muy valiente, cariño.
-Esa chica es mi novia —digo con media sonrisa al recordarla.
-Te diría que la invitases algún día, pero conociendo a tu padre, lo veo muy lejano.
Me pongo mi chaqueta de piel y salgo al molesto frío de este invierno.
Conduzco tratando de dejar que todo mi dolor salga en las lágrimas que emanan de mis ojos, intento sentir que estoy solo en este mundo, y que nadie puede ver el sufrimiento que cargo cada maldito segundo.
Puedo hacer esto, puedo seguir sonriéndole a mi único motivo que provoca felicidad en mi alma, puedo hacerlo porque nunca en ningún momento de toda mi asquerosa vida me había sentido tan feliz y extrañamente protegido por alguien.
Ella se convirtió en tan poco tiempo en un fuerte soporte, a pesar de que siempre me dice que no es fuerte, ella me cobija cuando me siento desnudo y me acaricia después de haber tenido que recibir golpes de una de las personas que supuestamente debo amar.
Había estado con más de diez chicas en toda mi vida, buscando consuelo, cuando lo único que ellas me podían brindar, era el cobijo vacío de una cama y un cuerpo.
Estaba solo, hasta que la encontré.
Estaciono el auto de mi madre en la entrada de su casa y me encamino a las escaleras para tocar tres veces la madera pintada con un color azul desgastado.
La puerta es abierta por su amigo, que tiene en las manos un tazón con una sustancia que seguramente es helado.
-No está —se recarga en el marco de la puerta.
-¿No está? —pregunto alarmado.
-Sigue en la escuela, debe de estar trabajando en su investigación.

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Eres hermosa para mí
Romance"Vi", es una chica, que no tiene claro que es lo que quiere en la vida, su físico no es el más atractivo para el sexo opuesto, ha pasado toda su vida tratando de ser la invisible, la persona más desapercibida que haya habido en la tierra, y lo logra...