XXXVI

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**Vi Lexington**


"Y prefiero pensar en ella porque tengo de ella algo de miedo.

No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que quiero.

Solo quiero pensar en ella.

Nada pido a nadie, ni a ella, sino pensar."

"Pasé toda la noche.", Alberto Caeiro.


Despierto aún sobre su duro pecho, una de sus manos está en mi cintura y la otra recargada en mi cama, extrañamente, mi respiración se ha acompasado con la suya, planto un pequeño beso en su torso e intento incorporarme pero me presiona contra su cuerpo.

—No... —murmura.

Recargo mi barbilla cerca de la base de su cuello, y admiro su rostro tranquilo y feliz.

—Hoy fue... —suspiro y me incorporo un poco para poner mis rodillas sobre el colchón y posicionarme a gatas sobre él.

Sus manos me acarician la curva de la cintura y después bajan a mi trasero para darle un ligero apretón.

—Fue perfecto, casi como tú —susurra; beso su barbilla y siento sus dedos enredarse en el cabello de mi nuca para empujar mis labios contra los suyos.

Se mueve de modo que vuelvo a quedar debajo de él y se entrega por completo a la tarea de besarme tal y como me hace disfrutar.

Gimo fuerte al sentir como quiere volver a entrar en mí y muerdo mi labio inferior con fuerza, entierro mis uñas en su espalda y dejo que se deslicen a los lados para aminorar la presión que siento.

—Quiero hacerlo de nuevo, no quiero parar —besa mis párpados y de pronto de un movimiento veloz ya está dentro.

Grito fuerte y se ríe sobre mí, calmando mis gemidos con besos y acariciando mis senos.

—Tranquila bonita —con ligeros movimientos, vuelvo a moverme a su ritmo, tratando de corresponderle del modo en el que él lo hace conmigo.

Aún con el dolor que me provoca, quiero continuar, duele como la mierda, pero a la vez es un dolor placentero.

—¿Duele mucho? —pregunta.

Niego con la cabeza.

—Iré lento, ¿vale?, quiero que te acostumbres a esto...

Asiento.

—Parece que no quieres hablar —le sonrío, pero pronto vuelvo a morder mi labio al sentir que vuelve a entrar despacio.

Bajo una de mis manos y aprieto su glúteo con más fuerza de la necesaria, siento como muerde mi barbilla, mis ojos están completamente cerrados por el placer, lo único a lo que estoy dispuesta en este momento, es a sentirlo.

Sus movimientos antes lentos, se vuelven un poco más firmes, pero sin dejar de ser cuidadosos y tranquilos.

Siento un fuerza en mi vientre que aumenta con intensidad, presiono los párpados tratando de aguantar esa energía acumulada en mi vientre.

—Vamos, bonita... —me alienta.

Con un fuerte gemido, presiono mis piernas contra sus caderas y muerdo mi labio para impedir que más sonidos emanen de mi garganta, sin embargo; Joe continúa con su ya conocido movimiento, hasta que gime de placer y se deja caer contra mi pecho, enterrando el rostro en mi cuello, gruñendo levemente y mordiendo mi clavícula.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora