XVII

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**Joe Jouven**


"No tendremos, no, sino un solo amor en este mundo,

un amor, uno solo, por muy caprichoso que éste sea;

noble y sutil, así lo busco,

aquí está mi alma, como una rasgada herida."

"Belleza cruel", Émile Nelligan.


Su respiración, me tranquiliza, sentirla recostada a mi lado del modo en que había soñado desde hacía más de un mes, me hacía sentir una terrible satisfacción, había sido una noche larga, discutimos cómo nunca habíamos hecho y después la hice sentir bien con cada caricia que le propicié.

Ella era bella en todos los malditos sentidos, me sacaba de quicio, pero me volvía a poner en el camino en cosa de segundos, su método para calmarme, sólo le podía servir a ella.

Ya la había despertado una segunda vez, para repetir lo que tanto nos fascinaba, estaba exhausta, y de pronto las terribles ideas de alguien más disfrutando de su cuerpo, me hicieron enfurecerme, era claro que ella no tendría jamás la oportunidad de estar con alguien más, del mismo modo en el que estábamos en este momento.

Quería decir que era un simple ataque de celos, provocados por mi estúpida cabeza, pero no, era el temor de que alguien más descubriese lo maravillosa que era e intentara arrebatarla de mi vida, pues ella era la única que en mis diecinueve años de vida, me había brindado una paz verdadera, después de que el infierno se desatase en mi vida.

-Bonita... —susurré en su oído y se dio media vuelta en la cama para quedar frente a mí.

-¿Qué pasa? —sus ojos adormilados hacían un contraste precioso con lo hinchado de sus labios.

-¿Estas muy cansada? —asiente contra la almohada pero me sonríe.

-Dime...

-Perdón por haber explotado hace un rato, no era mi intensión gritarte y lastimar tus brazos —recorro la longitud de su brazo con la vista y puedo notar las pequeñas marcas moradas que dejaron mis dedos al tomarla con tanta fuerza.

-Entiendo que no hayas tenido un buen día, pero no puedes venir a desquitarte conmigo cada momento que algo sale mal.

-No es desquitarse, te busco porque eres la única que me acaricia después de que alguien dejó golpes en mí, porque eres la calma en mi vida, Vi.

Su pequeña mano acaricia mi mejilla con delicadeza, tratando de mostrarme algún tipo de consuelo.

-Te irás a la universidad, tu más grande sueño, te irás de esa casa, todo terminará —me tranquiliza.

Pero la única verdad, es que la universidad, no era mi más grande sueño, era el sueño de mi padre, yo se lo quería cumplir, quería agradarle a tal grado de que me había comprometido a cumplir todos los sueños que él no había podido.

-Mi madre seguirá en esa casa, ellos seguirán siendo mis padres hasta el día que muera, yo sólo quiero que todo terminé, que muera...

-No digas eso, cariño...

Pone su mano en mi cuello y acerca mi rostro para que la bese, pero no puedo dejar de sentir que por mi parte, el beso es forzado.

-Todo va a estar bien, te lo prometo.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora