XIX

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**Vi Lexington**


"Tú no sabes los males sufridos

por quien lucha sin fuerzas y ruega,

y mantiene sus brazos tendidos

hacia un cuerpo que nunca se entrega."

"Tú no sabes lo que es ser esclavo", Efrén Rebolledo.



No puedo concentrarme en mi investigación, pues cada momento recuerdo estos últimos días junto a Joe, la manera en la que tocaba y acariciaba.

Era obvio que yo no tenía la menor idea de lo que estaba pasando en su vida, y aunque me intrigaba saber la razón de su forma de actuar, no quería agobiarlo todo el tiempo, sin embargo, me parecía molesto, no poder entenderlo por completo, tener que averiguar qué era lo que le pasaba.


No había sabido nada de Joe en estos días, me empezaba a preocupar, no tenía ni un rastro de vida de su parte, por fin era domingo, ya había adelantado ciertas partes de la investigación, había hecho al menos cinco páginas, pero eso no era suficiente.

-Hija, iremos a hacer las compras, ¿vienes? —cierro mi laptop y me levanto de la silla del escritorio.

-Me vendría bien distraerme un rato...

-No he visto a Joe, ¿pelearon?

Suspiro y me pongo mi chaqueta para seguir a mi padre que camina a dos pasos de distancia.

-Estamos bien, supongo —respondo.


Recorro las estanterías, en busca del cereal favorito de mi madre, pero no lo veo por ningún lado.

-Hola —una voz masculina me saca del limbo en dónde estoy.

Levanto la vista, hasta encontrarme con un chico, al que estoy segura que he visto, pero siendo sincera, no recuerdo de dónde.

-Hola —respondo apenada.

-¿Aún me recuerdas? —obviamente no.

-Claro que te recuerdo —digo con media sonrisa.

-No me recuerdas —se burla.

Niego con la cabeza y ambos nos reímos.

-Nos conocimos después del partido, ¿Vi, cierto? —asiento con la cabeza apenada, pues no tengo la menor idea de su nombre.

-Sí, soy Vi.

-Soy Nick —me muestra media sonrisa.

-Lamento mucho lo de ese día, no era mi intención que te golpearan...

-Estoy seguro de que no lo era, por cierto, te ves mucho más delgada que esa vez, ¿has estado haciendo ejercicio? —asiento.

-Algo, voy al gimnasio todos los días.

-Estás guapísima, Vi...

No digo nada, regreso mi vista al aparador donde se encuentran todos los cereales, y por fin encuentro el de mi madre.

-¿Te importaría darme tu número?, ya sabes, para platicar y esas cosas.

-Claro —tomo la caja y después saco mi celular del bolso trasero de mi jean.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora