XVIII

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**Joe Jouven**


"Quiero llorarte

Hasta que te deshagas,

Hasta que te disuelvas,

Y estés dentro de mí

Sin que me duelas."

"Quiero llorarte", Alicia García Bergua.


Empieza a vendar mi mano lastimada, hace menos de una hora que me había ido y regresado lo más rápido que pude, tenía que dejar de hacer eso, seguramente para Vi, era molesto tener que cuidarme cada vez que me sentía mal.

-Debes de tener más cuidado, Joe —dice concentrada en envolver mi herida.

-Prometo tenerlo —susurro.

-¿Me vas a decir qué pasó? —niego con la cabeza y ella suspira.

-No.

-Era de suponerse —al fin termina de vendarme y se levanta del suelo para caminar hacia la cocina.

La sigo hasta ahí y ella me da la espalda para poder limpiar la encimera.

-¿Qué pasa? —pregunto.

-Nada, no pasa nada —responde fría.

-Vi...

-Nada de "Vi" —intenta salir de la cocina pero sostengo su brazo para que no dé un paso más.

-¿Recuerdas que me duele, no? —de inmediato la suelto recordando los moretones que le dejé anoche.

-Victoria —murmuro.

-No quiero hablar, Joe —toma su chaqueta del perchero y abre la puerta aún con todo el viento que sopla, sale veloz.

-¡Vi! —le persigo hasta que da vuelta a la calle y la intercepto.

-¡Basta, Joe! —intenta empujarme lejos, pero no logra moverme ni un poco.

-Vi, habla conmigo —pido.

-No hay nada de qué hablar, ¿qué puedo preguntar si no me dices nada?, ¡a la mierda con esto! —grita furiosa.

-¿Q-Qué?, ¿a qué te refieres con a la mierda con esto? —digo enojado.

-¿Cuál es tu miedo, Joe?, no podemos seguir de este modo, yo tratando de enmendar algo que no conozco, llegas lastimado como si hubieses ido a meterte en un sinfín de peleas, entiendo los problemas en tu casa, pero...

-¡No, Vi, no los podrás entender!

-¡Entonces suficiente de esto! —se da media vuelta, pero de nuevo me interpongo en su camino.

Sin pedirle permiso, la rodeo veloz por la cintura y la beso a la fuerza, al inicio ella no me corresponde, me golpea una y otra vez en el pecho, tratando de alejarme, pero no lo logra ni de cerca.

-Bésame, Vi, bésame, bonita —ruego.

Sus ojos y los míos se encuentran, ambos furiosos, llenos de necesidad y llorosos.

De nuevo vuelvo a besarla y ella por fin rodea mi cuello con sus brazos, sus dedos se entierran en mi cabello.

-Tenemos que parar, Joe —dice contra mis labios.

Eres hermosa para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora