Capitulo 5

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Después de un día agotador y desgastante, Giancarlo abandonaba la oficina con visible cansancio. Pero sus ojos se iluminaron cuando divisó a Ana saliendo del ascensor. Inmediatamente, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.


Ana hablaba animadamente por su celular, con sus gafas de sol puestas. Se le notaba entusiasmada mientras conversaba:

--¡Sí, llegaré a esa hora, Jacob! No te preocupes. ¿Cuándo te he fallado? Entiendo que estés nervioso por la colección, pero ¡las fotos quedaron espectaculares! Además, los vestidos son divinos. Tú eres un gran diseñador, lo sabes bien, así que tranquilo. ¡Nos vemos después! ¡Adiós!--
Sonrió con calidez y colgó la llamada, siguiendo su camino.

Giancarlo, sin poder contener su emoción, decidió ir tras ella. Finalmente la alcanzó y le tomó suavemente la mano.

Ana, sorprendida por este gesto inesperado, se puso nerviosa y lanzó un grito que hizo que su teléfono se le cayera al suelo.


--¿Acaso me estabas siguiendo? ¿Qué demonios te pasa? ¡Qué clase de loco eres! Mírame, ¡por tu culpa dejé caer mi teléfono! -- replicó Ana furiosa, mientras se arrojaba al suelo para buscar desesperadamente las piezas esparcidas.

Giancarlo se inclinó rápidamente a ayudarla, pero el silencio incómodo entre ellos era palpable. Cuando finalmente encontraron todas las partes, Ana lo miró con una mezcla de ira y frustración.

--¡Y ahora mi auto está en el taller por tu culpa! Es obvio que no tienes idea de cómo manejar -- dijo, ) Giancarlo y Ana le arrebató la batería de las manos para colocarla de vuelta en su teléfono.

Ana lo enfrentó con una mirada gélida.
--¿Y bien? ¿Vas a explicarme por qué me estabas siguiendo? Aunque puedo imaginarlo, gente como tú siempre quiere más dinero, ¿no es así? -- presionó el botón de encendido de su teléfono, sin dejar de observarlo con recelo.

--¿Acaso no te alcanzó el dinero que te di para la reparación? ¿Tu carro es tan malo que no soporta ni un rasguño? -- respondió Ana con tono burlón, cruzando los brazo.

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-No fue solo un simple rasguño, ¡tendrán que volver a pintar todo mi auto por tu imprudencia! Pero claro, tú no sabes nada de autos, eres como una muñeca Barbie, solo sirves de adorno -- espetó Giancarlo con furia en sus ojos.

---¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? ¿Quién te crees que eres? De seguro eres un bueno para nada que ni siquiera tiene trabajo, por eso quieres sacarme más dinero, ¡¿no es así?! -- gritó Ana, sintiendo que la rabia le hervía la sangre

--¿Acaso la gente como tú solo piensa en el dinero? ¿Es lo único que tienen para presumir, verdad? -- soltó una carcajada amarga, cargada de desdén, y luego se puso sus manos en la cintura, desafiante y altiva.

---Lo que tienes de amargado ¡lo tienes de guapo! Es una verdadera lástima. Definitivamente no perderé mi valioso tiempo contigo. Tengo cosas mucho más importantes que hacer, ¡como para que un tipo que ni siquiera sabía que existía me trate de esa manera tan despreciable! Por favor, ¡déjame en paz o quieres que llame a la policía y te encierren por andar de acosador asqueroso! ¿Por qué? ¡Eso es lo que estás haciendo, no lo niegues! -- gritó Ana, con una mezcla de furia ardiente e indignación hiriente en su voz.

Giancarlo se quedó callado, sintiéndose profundamente herido y avergonzado en lo más íntimo de su ser, mientras veía a Ana alejarse de él, furiosa y despreciativa.

Giancarlo fue incapaz de decir la verdad en ese momento, no pudo encontrar las palabras para explicarle que no la estaba acosando, que solo era una simple y fortuita coincidencia volver a verla allí. No le dio tiempo de decirle que él era Doctor y que trabajaba en ese maldito hospital.

--¿Qué me pasa? Yo no soy así. ¡Quedé como un completo imbécil e incompetente!
Pero es que ella...ella me vuelve ¡completamente loco! Es tan testaruda y malcriada. ¿Acaso me dijo...atractivo? -- se preguntó a sí mismo, aturdido.


¡Hey, señor distraído! - gritó Natalia a unos metros de distancia. Inmediatamente, Giancarlo cambió su semblante y Natalia sonrió mientras tocaba la bocina de su carro.

"¡Hola, Natalia! ¿Qué haces aquí?" - respondió Giancarlo, sacudiendo la mente de los pensamientos sobre la novia de su jefe. Se acercó a Natalia y le dio un beso amistoso en la mejilla.

---Solo eso, un beso sin gracia y un 'hola' seco. ¿Dónde quedó mi amor, Giancarlo? ¿Qué te sucede?--dijo Natalia, extrañada por la actitud de él, sin poder explicarse el porqué.

---Tengo mucho trabajo, eso me tiene bajo mucha presión.--- respondió Giancarlo, y luego subió al carro sin decir nada en todo el trayecto. Natalia encendió la radio y lo observó a través del espejo retrovisor.

Natalia sabía que algo le pasaba a Giancarlo, él no solía tener cambios repentinos de humor. Se entristeció por su indiferencia hacia ella mientras lo veía sumido en sus pensamientos.

--Y, ¿cuándo te entregan tu carro?--- preguntó Natalia, rompiendo el incómodo silencio.

--El mecánico me dijo que la otra semana.--- respondió Giancarlo, y luego volvieron a sumirse en un silencio incómodo mientras Natalia seguía conduciendo.


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