capitulo 13

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Pasaron seis meses y la relación de Ana y Giancarlo permanecía oculta. Se veían a escondidas, ninguno era capaz de terminar con sus respectivas parejas. La relación entre ellos era más fuerte, se había consolidado y convertido en amor.

Ana se encontraba en el restaurante favorito de Leonardo, un lugar muy elegante y fino con tonos rústicos del Mediterráneo. Estaba sentada en una mesa en medio del gran salón. A la luz de las velas, pensaba en los momentos que había vivido con Giancarlo y dibujó una sonrisa en su rostro mientras jugaba con la servilleta de papel que tenía entre sus dedos.

Ana recordó el olor de la piel de Giancarlo y la manera en que él la miraba, en cómo la besaba. Dio un fuerte suspiro y pensó:

-- ¡Oh Giancarlo, no hay parte de mi ser que no te ame ya! -- Se tocó los labios con sus dedos, luego tomó un sorbo de su vino tinto y su mirada se volvió triste al mirar hacia la nada.

Le atormentaba seguir con Leonardo. Sabía que tenía que terminar con él, pero no sabía cómo hacerlo, y eso hacía que su dicha no fuera infinita. Ya no le interesaba tener su dinero, ya no quería tener fama, tampoco deseaba llevar su apellido. Lo único que le importaba era estar con Giancarlo y ser su novia.

En ese momento, interrumpió Leonardo sus pensamientos. Él le dio un beso apasionado, que ella rechazó al instante. Después, lo empujó y hizo cara de fastidio.

---- ¡Aquí no, Leonardo! No es el momento ---- exclamó después de mirar a ambos lados.

----Hace meses, nunca es el momento, Ana ¿qué sucede? Hoy estamos celebrando tres años de nuestro noviazgo, pero con tu actitud, ¿no lo parece? Te has vuelto muy indiferente conmigo --- reprochó, mirándola fríamente.


.---Ya no eres divertida, ni apasionada, mucho menos seductora. Extraño cómo solías ser, y eso es una de las cosas que me volvían loco. ¡Por ti! -- luego se sentó en la silla.

.--Si no te agrada cómo soy ahora, entonces sería mejor poner fin a nuestra relación -- mencionó ella, y él la miró incrédulo.

---Terminar jamás. Creo que hemos estado demasiado ocupados, es solo eso. Pero dime, ¿en qué estabas pensando, amor? Últimamente solo te veo así, como si desearas estar en otro lugar. ¿Dónde te gustaría estar? -- preguntó Leonardo con curiosidad, tomando el menú.

--No me pasa nada, no estoy pensando en algo importante, Leonardo. Si no nos hemos visto mucho últimamente, ha sido por cuestiones de trabajo. Sabes que he estado de gira promocionando la marca de ropa. No puedo negar que estoy feliz de haber asegurado un contrato permanente -- balbuceó tratando de actuar de la manera más normal posible, ocultando la verdad.

--Estoy feliz de que hayas logrado eso, Ana. Yo también tengo compromisos y cosas por hacer. Pero es cierto que hemos tenido pocos momentos íntimos, y eso me preocupa, porque solíamos buscar cualquier oportunidad para estar juntos -- él tomó sus manos y la miró con ternura.

--Creo que nos hemos vuelto dependientes del sexo, Leonardo, y eso definitivamente no es todo en una relación. Eso no es amor -- respondió con mucho desdén. Luego soltó sus manos y contempló su copa.


--Bueno, quizás tengas razón. Pero siento que nuestra relación ha alcanzado un nivel más profundo -- sonrió, y él, con un gesto elegante, llamó a la camarera que atendía otra mesa.
Minutos después, ella regresó con una botella del vino más exquisito y vertió con destreza una cantidad moderada de Domaine du Comte, un tinto rojo oscuro, en la copa.

--Ana, han pasado tres años desde que comenzamos esta aventura juntos. Nunca antes había experimentado una conexión tan intensa como la que comparto contigo. Eres mi felicidad absoluta, la persona perfecta para mí -- él saboreó un sorbo de su vino y, reuniendo coraje, la miró fijamente y le susurró.

--Ana Josselyn Rivera Nieto, ¿me concederías el honor de ser mi esposa? -- entonces, tomó sus manos y se inclinó, extrayendo delicadamente de su pantalón un anillo de compromiso de catorce quilates, con un exquisito diseño de oro blanco y diamantes engastados a los costados.

--No sé qué decir... Es un paso muy importante - tartamudeó Ana, con una expresión de pánico en su rostro mientras retiraba sus manos.

--¡Ana! Este no es el lugar para que te comportes así. ¿Qué te pasa? No te reconozco. Siempre te han gustado las sorpresas, y tú misma estabas ansiosa por casarte conmigo. Cualquier mujer estaría feliz de estar en tu lugar. ¡No me salgas con esas tonterías ahora! - Leonardo miró a las personas que los observaban con desconcierto.

Las mujeres presentes comenzaron a aplaudir y suspirar al escuchar la declaración de matrimonio. Ana, abrumada por la presión del momento, finalmente pronunció su respuesta.

--Sí, Leonardo, acepto ser tu esposa - murmuró, sintiendo un gran peso en su pecho. Sabía que había cometido el error más grande de su vida. Luego, él buscó sus labios y la besó tiernamente.


En ese preciso momento, una multitud de reporteros y fotógrafos irrumpió en escena, ansiosos por capturar cada detalle. Los flashes de las cámaras iluminaron el lugar, creando un ambiente frenético.

Al día siguiente, Giancarlo y Natalia se encontraron en una apacible cafetería para tomar un café. Sin embargo, un profundo silencio llenó el aire, generando una tensión incómoda que se hizo evidente en sus rostros. Finalmente, Giancarlo decidió romper el hielo y hablar desde el fondo de su corazón.

-- Natalia, quería decirte algo muy importante... -- pero ella lo interrumpió sin poder contener su emoción.

-- Giancarlo, ya encontré el lugar perfecto donde quiero que compres mi vestido de novia. Es simplemente maravilloso y con él, deseo casarme contigo, mi amor. -- Su voz estaba llena de entusiasmo mientras lo abrazaba con alegría.

Sin embargo, las palabras de Natalia no resonaron de la misma manera en Giancarlo. Un gesto serio se apoderó de él finalmente pudo responder.
-- No voy a ir a verlo, Natalia. Te lo he repetido una y otra vez: no deseo casarme contigo. Esta es mi decisión y debes dejar de obsesionarte con ello -- Sus brazos se cruzaron, demostrando su determinación.

-- Pero, Giancarlo. ¿Qué te sucede? Siempre hemos soñado con la boda. Teníamos tantas ilusiones de casarnos y de vivir juntos -- Ella se sintió desconcertada al verlo tan frío e indiferente.

-- Lo que ocurre es que no vamos a casarnos, Natalia. Hace meses he estado buscando la manera de decírtelo, pero no encontraba el momento adecuado. Y creo que ha llegado. La realidad es que ya no puedo seguir contigo, desde hace meses ya no siento lo mismo por ti. Mi amor por ti se ha apagado.

-- ¡Estás loco! Esto no puede ser verdad. ¿Cómo pudiste ilusionarme y hacer que desperdiciara tantos años de mi vida? Recuerda, llevamos diez años de noviazgo. He esperado pacientemente a que estuvieras listo para casarte, no a que terminaras conmigo. No puedes ser tan cruel. ¡Te he entregado todo de mí! ¿Qué ha pasado con el amor que me juraste tantas veces? -- Natalia no podía entender su actitud y comenzó a llorar desconsoladamente.

-- Lo siento, te pido disculpas por causarte tanto dolor, pero no puedo casarme sin amor. Sería una injusticia para ti y también para mí. Natalia, lo nuestro se ha vuelto monótono, nos acostumbramos a estar juntos sin realmente conectar. -- Él deseaba abrazarla y ofrecerle consuelo.

-- ¡No te atrevas a tocarme y no sientas pena por mí! No necesito tu lástima. Estás completamente equivocado, porque todavía te amo. --- Gritó ella al unísono, apartando sus manos con resentimiento. Luego le lanzó una mirada de desprecio. Giancarlo bajó la mirada hacia el suelo.

-- Sé que me odiarás el resto de tu vida, pero no puedo seguir fingiendo. Eso solo sería peor.--

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