•Escapando•
¿Hace cuánto no veía a no familia? ¿Meses? ¿Medio año quizá? No logró recuperar y ordenar la cantidad de meses que llevo aquí. Sean los meses que sean, necesito salir e irme lejos de este lugar, desaparecer de Frank por un tiempo, reunirme con mi familia de nuevo, recibir el amor que siempre perduró.
Nunca me faltó algo, siempre recibí todo por parte de mi madre y mi padre, su cariño, su atención, su comprensión, todo lo que pedía me lo daban, un jodido mal criado.
Siempre pensé en el echó de que si ellos faltaban, que seria de mí, de mi futuro. Pero ahora a ellos les tocó pensar en que sería su futuro sin mi.
Los extraño, extraño ver el amor que se tenían uno al otro, el amor y el ejemplo que me daban. Aún recuerdo cuando tuve mi primera novia, Eva, mis padres me dieron todo el apoyo y todosnlos concejos, como el de respetar a una mujer ante todo, y sobre todo que una mujer no es un juguete, que se debe de respetar y cuidar. Pero jamás me dijeron que pasaba si un hombre quería sobrepasarse conmigo, si a ese sujeto lo tenia que llamar Daddy y sobre todo que seria millonario y me complacería en todo, nunca me dijeron que hacer en estos casos.
-Bien, aquí voy-Miré el pasto verde, abrí la ventana y saque la maleta.
Frank no se encontraba en casa, tenia un viaje de negocios, y eso me daba tiempo para escapar y huir antes de que el regrese.
Vi el enorme árbol que estaba a un lado de una recámara a la cual jamás había entrado, pero por algo dicen que siempre hay una primera vez.
Lleve la maleta hasta esa recámara y abrí las oscuras ventanas, no me importaba que había en esta, me daba completamente igual, ahora lo que quería era escapar, las horas y los minutos están contando.
Tiré mi maleta, me trepe en el árbol y trate de deslizarme, me cause varios arañazos en la panza y en los brazos. Comenzaba a sangrar los rasguños. Pero daba igual.
Continúe mi camino, sin mirar atrás. Avente mi maleta y esta atravesó la enorme barda, que ahora me tocaba saltar. Me agarré de algunos huecos y empecé a escalar la barda, poco a poco subía.
-¿Joven Alex?-Había terminado de subir cuando escuche la voz de Elena. Mierda, me dedique a mirarla un segundo para luego saltar, tome mi maleta y corrí lo más rápido posible.
Minutos después, estaba en la central de autobuses con destino a Madrid, en donde mis padres vivían. En donde vivía.
En unas cuantas horas, las llamadas en mi teléfono empezaron a saltar, todas de Frank, sin duda me puso los pelos de punta, pero seguí mi rumbo, apagué el celular y acabé con el problema.
...
Me dolía el trasero de tanto estar sentado y en cuanto bajamos me estiré a tal punto en que mis huesos tronaron como nunca.
Madrid, dulce Madrid.
Caminé hasta llegar a la colonia en donde vivía, el lugar en donde solía salir a jugar con amigos fútbol y hacer retas. Que buenos tiempos.
Miré mi alrededor, pero ninguna de esas casas se me hacían conocidas, ninguna se parecía a la que vivía.
-Señor -Le hablé a un sujeto que vagaba por las solas calles de la colonia.-¿Sabe cuál es la casa de los Bravo?-El señor arrugo si entrecejo para después sonreír y tocarme el hombro.
-¡Pero si eres Alejandro!-Parecía estar alegre. -Tus padres te han buscado por cielo mar y tierra, pero has llegado sólo, te diré para que llegues pronto y piezas abrazar de nuevo a tu mami.-Me dio la dirección y fui hasta ahí.
Y empecé a recordar. Los hermosos arbustos que estaba afuera de casa, las hermosas plantas y el enorme árbol de palo de rosa. Todo tan hermoso.
-¡Madre!-Grité.-¡Soy Alejandro!-Las lágrimas querían salir, estaba a punto de llorar, volvería a ver a mis padres, sentía como si fuera la primera vez, como si hubiera nacido de nuevo.
-¿Alejandro?-Oí la voz de mi madre, pude ver su silueta de nuevo, pude ver de nuevo a mi padre, sus hermosas caras, pude ver la tristeza y la felicidad en sus rostros arrugados.-¡Alejandro!-Corrieron a mi y me dieron un fuerte abrazo, sentí de nuevo su amor, sus abrazos cálidos.-¿Donde has estado?
-No creo que quieras saber.-Sonreí.-Pero vamos, estoy aquí.
Mis padres asintieron y secaron sus lágrimas que escurrían por su rostro. Ya extrañaba sentirme en familia, lejos del peligro.
