•Chico malo•
Guillermo tomaba leche con galletitas de chocolate, mientras samuel leía el periódico, a un lado tenía un enorme plato con fruta, que de ves en cuando tomaba un poco y comía.
Guillermo movía sus pies que no alcanzaban a tocar el piso, ambos estaban en el patio trasero, en la típica mesita con sombrilla.
A Guillermo le gustaba ver a su Daddy, le gustaba ver su hermosa nariz y el perfecto cuerpo que tenía. Se veía que al gimnasio si le había invertido mucho. El menor se preguntaba si seguía yendo a este, con lo ocupado que siempre se ve, lo dudaba.
—Iré a la oficina. —Tomó algo de jugo, le dio un beso a su pequeño y se fue. Guillermo siempre estaba sólo, y eso le llegaba a aburrir.
Se levantó de su asiento y se adentro a la casa, le gustaba ver el pasto verdoso, pero no era momento de apreciarlo, toda la mañana se había tomado la molestia de verlo.
Prendió su consola y su enorme televisión para después comenzar a jugar. Y como en Guillermo es costumbre, estaba en pijama y tenia un plato de cereales a su lado.
Guillermo se aburría, tan sólo esperaba que su Daddy llegará pronto.
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Samuel veía la hermosa ciudad que tenia bajo sus pies. Él siempre se había preguntado que seria de su padre, quién llegó a ser gobernador de España. Todas las noches, ve una pequeña foto de su padre, quién siempre estaba ocupado, pero en sus tiempo libres, ambos se la pasaban de maravilla.
Su madre..., bueno, ni hablar de ella, una mujer egocéntrica, llena de cirugías, una mujer plástica interesada en lo que su padre se llevaba al bolsillo. Todo el dinero.
De alguna forma se sentía orgulloso de su padre, que salió limpió de aquel cargó, sin dinero de más, sin dinero de menos, lo suficiente para mantenerlos a él y a su odiosa madre.
Un rencor cargaba samuel a su madre, nunca lo cuidó como se supone que se debe de cuidar a un hijo, nunca le dio amor, más que Sofía, la que ahora se hace cargo de su casa, aquella anciana sabia que desde que ella tenia 16 años, cuidó a Samuel, y él la quiere como una madre.—¡Samuel! Chaval, ¿Cómo vas?—Preguntó Frank entrando sin avisar a la oficina de Samuel.
—¿Cuántas veces te tengo que pedir que toques antes de entrar? —Rodó los ojos y miro a su amigo sentarse.
—Alex me ha llamado, me ha dicho que sentía escaparse y que pronto regresaría. —Frank perecía verse emocionado, pero esos asuntos a Samuel no le importaban, su amigo y el tal Alex podían hacer de su vida un papalote, a él le daba igual.
—Qué bueno.—Alzó las cejas Samuel.—Iré a ver a Guille.
Se puso de pie y avanzó hasta la puerta de su oficina.
—Ponte a trabajar, Frank Garnes.—Azotó la puerta.
Había pasado la mitad del día en su oficina, sin ver los hermosos ojos de Guillermo, su hermosa nariz y sus mejillas tiernamente sonrojadas.
Tomó su coche y arrancó. El tráfico pesado le causaba una gran jaqueca. Tomo su móvil al no ver algún avance en los coches y marcó el número de su amigo Joseph, dueño de algunas inmobiliarias y solares.
—Joseph, necesitó mi casa de vacaciones, si hay alguien alquilándola, necesitó que la desalojen.—Suspiró el castaño.
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Guillermo subió las escaleras. Nunca se había fijado en lo enorme que era la casa y la gran cantidad de puertas que había en está. Miro a todos lados y decidió fisgonear un poco en éstas. Giró la perilla de una, y nada, no abrió. Giró la otra y así consecutivamente hasta que una puerta abrió, dejando ver la cantidad de ropa que había dentro de esta habitación. Parecía como si alguien la hubiese habitado algo de tiempo y Guillermo se preguntaba quien. Se adentro en está y vio que aquella ropa era de alguna chica. Encendió la lámpara del cuarto y se dejo ver un color rosa chillante. La cama y algunos muebles tenían plástico encima para evitar que el polvo cayese sobre estos.
Había un vestido en espacial que acaparó la vista de Guillermo. Era hermoso.—Woow—Dijo Guillermo con su voz delicada.—Un vestido de novia.
Miro lo hermoso que este estaba. Nunca había visto semejante belleza. Esté se ajustaba en la cintura, y de la cadera para abajo se dejaba ver frondoso, era hermoso, Guillermo podía asegurar que se le vería genial.
A un lado había un velo, combinaba con el vestido. Guillermo comenzaba a dudar. ¿Su Daddy se casaría con una mujer? Si es así, ¿Por qué no le diría? ¿Por qué lo dejaría por ella? ¿No es suficiente con él?A Guillermo se le pusieron los ojos cristalinos, una lágrima resbaló por su mejilla. Cerró la habitación y corrió a la suya. Tenía un plan, tan solo esperaba que funcionará.
Samuel había llegado a su mansión, aparcó el coche y abrió la puerta principal. Colgó su saco en el estante y subió deprisa su habitación. El iba desabrochándose su corbata mientras subía las escaleras. Abrió la puerta y lo que veía no se lo podía Samuel.
—Daddy...—Dijo Guillermo.
Samuel se había imaginado a Guillermo en varios planos, pero este era un sueño hecho realidad. El menor tenia una pequeña faldita, unas medias, tacones rosas al igual que su tanga. Tenia puestas unas orejas de conejito y un pequeño top. El miembro de samuel se comenzó a poner duro.
El menor se acerco a samuel y terminó de desamarrar la corbata del mayor, lo empujo de la cama y se sentó encima del castaño.
—He sido un chico malo, Daddy.—Desabrochaba botón por botón, quito su camisa y comenzó a acaricie tu torso realmente ejercitado. Las erecciones de ambos rosaban.—Merezco un castigo, papi.— quito los pantalones de samuel, el menor miro la erección del mayor, puso si mano encima de este y comenzó a frotar. A Samuel se le salían pequeños jadeos.
—Guillermo...—Decía mientras el menor acariciaba su pene.
Bajo el bóxer de Samuel, dejando a la vista el enorme miembro del mayor, tomo esté entre sus manos y comenzó a hacer movimientos hacia arriba y hacia abajo. Después lo llevó a su boca, sacaba y metía su pene, Samuel liberaba pequeños jadeos y gemidos.
Guillermo se puso de pie y volvió a sentarse en el mayor, alzó su pequeña falda y apartó su tanga. Samuel lo tomo de la cintura y lo besó. Guillermo frotó su trasero con el pene de Samuel.
—Chupalos.—Dijo samuel introduciendo tres dedos en su boca. Guillermo acató la indicación y los chupo. Samuel introdujo esos tres dedos en la cavidad de Guillermo haciendo que el menor gimiera.
—Estas tan estrecho.
Samuel saco sus dedos e introdujo su pene. A Guillermo le encantaba lo que su Daddy hacia. Samuel besaba a Guillermo mientras este daba pequeños brincos sobre su pene. La habitación se lleno de gemidos, samuel mordía el labio de Guillermo hasta sangrarlo, Guillermo saltaba sobre samuel.
Ambos tenían una fina capa de sudor. Samuel por fin tenia a Guillermo sobre él. Puso sus manos en sus redondas nalgas y empezó a pegarle en estas, Samuel gruñía y el menor gemía.
Samuel tomo el pene de Guillermo y comenzó a masturbarlo. Ambos sentían el típico cosquilleo en la parte baja del abdomen, estaban apuntó de correrse.—¿Quién soy, Guillermo?—Decía entre jadeos.
—Daddy—Decía el menor quien no dejaba de saltar.
La mano de samuel se lleno de ese liquido viscoso y blanco, Guillermo sintió caliente salir de su entrada. Samuel abrazo a Guillermo y Guillermo descansó su cabeza en el cuello de samuel. El sexo es un deporte cansado...