•regreso•
Narra Alex.
El dinero se me había acabado y ya había pasado más o menos dos meses. Tenia que regresar.
Les explique a mis padres sobre como desaparecí y que ahora tenia que volver con él.
Estaba en mi cuarto arreglando mi maleta, en ella llevaba todo lo que me traje de casa de Frank. Le extrañaba un poco; se comportaba tan lindo conmigo, que creo que desde un principio hubiese sido mejor haberlo consultado con él antes de haber llegado acá.
—¿Estas seguro de que te quieres ir?—Entro mi madre a mi habitación, yo había terminado de empacar y estaba listo para irme.
—Hay que volver a donde pertenecemos.—Me di la vuelta y la abracé.—Prometo volver, así tenga que volver a escaparme y recibir una paliza por parte de Frank.
—No permitiré que le hagan daño a mi niño—Puso cara triste y me abrazo más fuere.
Cuando era hora de partir, no lo quería hacer, extrañaría a mis padres, el hecho de estar en familia. No importa cuantas veces me tenga que escapar, todo por verlos.
—Ten en cuenta que te extrañaremos y que puedes volver cuando quieras.—Me dijo mi padre, sonrió y me puso una mano en mi hombro.
—Gracias padre—Volví el gesto.
—No quisiera que te vayas.—Sus ojos se empezaron a nublar al igual que los de Alex.—Pero es hora de que lo hagas, no toda la vida serás mi niño.—Una lágrima resbalo por la mejilla de su madre.
—No llores, me harás llorar y no quiero irme así —Dije con una voz ronca y rota.—Es hora.
...
Agarre el primer autobús que fuera a Barcelona; quería volver ya y estar con él.
Quería abrazarlo y que el me devolviera el gesto. Quería verlo sonreír, quería verlo jugar conmigo, quería verlo triste, cansado y desesperado, estresado por su trabajo.
Quiero sentir sus manos, sus labios chocando contra los míos, violentamente, suavemente, delicadamente.
Quiero que me haga el amor, quiero estar con él. En las buenas y en las malas.
Quiero que después de un año me diga esa frase, esa oración tan deseada:¿Quieres casarte conmigo? Y yo contestar con un verdadero u orgulloso:Sí, sí quiero.
Quiero que nuestra boda sea normal, en una catedral la ceremonia, en su patio trasero el festejo, con aquel verdoso pasto. Las sillas y las mesas ordenadas y combinadas. Arreglos florales, algo romántico.
La noche de bodas, un viaje, a París o quizá Dubai, donde el me ha hablado mucho.
Quiero estar con él. Tenerlo a mi lado, jamás separarnos.
...
—Bien Alex, ha llegado la hora. —Suspire en cuanto me baje del taxi que me dijo enfrente de su mansión.
Mis necios estaban a tope, quería regresar de donde vine y no volver. Pero luego pienso lo feliz que soy con él y me dan ganas de estar allá adentro, besándolo.
Toque el timbre que estaba en la reja y tan pronto como lo hice, Elena salió abriéndome el portón.
Ella tenia una sonrisa enorme que hacia que sus arrugas se notaran más.
—¡Alex!—Sonrió de oreja a oreja.—Es un placer volverte a ver, has traído alegría a esta casa.
—Gracias —Sonreí tímidamente y con nerviosismo. Tenia miedo de caer enfrente de ella al pasar, mis piernas me temblaban, me sentía fallecer.—¿Esta Frank?
—Esta en su trabajo. Tenia que volver porque Samuél se fue de viaje.—Se adelantó —¿Pasas?
—Si, claro.—Pase y me sitúe en aquel sillón color marrón de piel que extrañaba. Mi trasero se sentía cómodo en este.
Espere y espere hasta que el digno de Frank se apareció. Cuando me vio después de entrar en aquella puerta, su mirada se hizo fuego. Por un momento creí que me iba a matar o que algo malo me pasaría.
Pero su actitud se volvió positiva. Corrió y me abrazo. Extrañaba sus abrazos, esos que te rodean de la cintura o del cuello, que son cálidos y que desprenden amor.
—¡Regresaste!—Lo escuche decir en un hilo de voz.—Creí que ta ni querías estar conmigo. Creí mal.
—Creíste muy mal, daddy.—Lo abrace más fuerte.
—No te vuelvas a ir.—Dijo agarrando mi cara y besándome.
Yo creo que desde ahora no más secretos, no más peleas, más amor...