•|¿confirmamos? ¡confirmamos!|•
Guillermo.
Sentía esas típicas mariposas revoloteando en todo mi estómago. Vomitaría ahora mismo si me fuera posible.
Ya era el día y a Samuél le había salido un imprevisto en la oficina con personas asociadas a la empresa.
Tenia las uñas mordisqueadas y a punto de que mis dedos se quedaran sin estas.
El traje no llegaba y ni las luces de las organizadoras; Rubén trataba de calmarme, pero era casi imposible el hacerlo.
-Vamos Guillermo, todo va a salir bien.-Me daba palmadas para tranquilizarme.
-¿Y si no es así?
Miraba la puerta esperando a que alguien entrara a través de esta.
Daba igual quien atravesará esta, daba igual su era Samuél, las organizadoras, mi mamá, Alex o Frank; daba igual quien entrará, necesitaba sentirme aliviado.
Veía la hora marcada en el reloj, veía la bandeja de notificaciones, y nada, nada en ningún lugar.
-¡Me cago en todo!-Empecé a dar vueltas por toda la sala en espera de su llegada.
-Chicos-Dijo una chica en la puerta. -He venido con mis compañeros para organizar la boda de dos chicos, Guillermo Díaz y Samuél de Luque.
-Aquí estoy yo.
-Bien, comenzaremos todo, aquí esta su traje.-Se veía hermoso aquel traje. A la vista diría que ese traje no era para mi.-Y debajo esta el de Samuél. Nos vemos.-Salió de la casa y mire a Rubén feliz.
-Manos a la obra-Froto sus manos.
Subimos a la habitación y estuvimos un momento apreciando el traje color verde fuerte con aquella camisa del mismo color pero en pastel; estaba nervioso. Los nervios aumentaba cada vez más.
Mi sueño se haría realidad. De pronto, sentí aquellas lágrimas correr por mis mejillas.
-No llores hermoso-Dijo Rubén -Hoy es tú día -Me abrazó.
-Lo amo Rubén. -Sonreí y seque mis lágrimas.-Me daré una ducha y me vestiré.
...
Samuél.
Mi cuerpo temblaba y las gotas de sudor resbalaban por mi cara; estaba nervioso, mis manos dudaban y temblaban cual gelatina.
Una maldita junta con aquellos socios me podrían retrasar en la boda.
La junta salio como lo esperábamos, ellos se hicieron nuestros socios. La empresa tendría más poderío y más dinero.
-¡Hoy te casas chaval!-Dijo Frank orgulloso.-Como pasa el tiempo.
-Demasiado rápido chaval. -Estas invitado, lleva a Alex. A Guillermo le gustará verlo.
Salí de la oficina y conducí hasta casa; me sentía feliz a pesar de aquellos nervios.
Me sentía orgulloso al estar alado de aquel hombre al cual amo.
Estaba dispuesto, yo se que quiero a Guillermo toda la vida a mi lado; yo estoy seguro que lo estaremos.
El tráfico me retrasaba cada vez más; mis nervioso aumentaban, creía no llegar.
Pero lo hice, a duras pegas llegué.
Por fuera la gente decoraba aquel lugar; unas letras enormes enmarcaban nuestros nombres, Samuél de Luque & Guillermo Díaz. Había adornos florares de color verde y morado; entre y lo que ví fue una pequeña capilla con flores al rededor, un camino de piedras que estaba rellenado por flores verdes; nos asientos eran color morado; las organizadoras iban de la misma temática de la boda. Había un hermoso pastel a lo lejos, uno de unos cinco pisos, decorado hermoso; tenia sostenedores de mármol, hasta arriba estábamos Guillermo y yo agarrados de la mano. Este tenia una tortuga de adorno y a lado un caballo.
Las mesas tenían un mantel blanco con un moño verde y algunas otras tenían uno morado; las sillas eran color morado pastel, el pasto verdoso hacia que todo se viera más natural; todo era verde y morado; el merengue del pastel color verde.