•Colores pastel y libros para colorear•
Guillermo estaba sentado en un cojín rosa, miraba atento las caricaturas mientras Daddy revisaba trabajos para seguir en pie con la siguiente innovación.
A Guillermo le gustaba Daddy y cada cosa que hacia por él. Le gustaba que de vez en cuando fuese gentil, que lo tomara de la mejilla y depositará un beso en está. A Guillermo le gustaba Daddy.
—Daddy—Guillermo se puso de pie y fue hasta donde se encontraba el mayor, con su dedo índice toco el hombro de Daddy y esté enseguida prestó atención a lo que diría el menor.—Estoy aburrido.—Hizo un gesto con sus gruesos labios y Daddy sonrió.
—¿Te gusta colorear?—Dijo con voz cálida el castaño.
—¡Claro que si, Daddy!—Daddy puso una mano en el hombro de Guillermo.
—Bien —Cerró la carpeta que contenía papeleo.—Iremos al centro comercial y compraremos libros para colorear.
—Pero estoy en pijama, Daddy.—Comentó en pelinegro levantado los brazos, dejando ver el enorme mameluco rosado que traía puesto. Al mayor le causo ternura y no pudo evitar un sonrojo.
...
Parecía que los dos jóvenes estaban de pasea en la tienda comercial, el mayor tenía de la mano al pelinegro, quien vestía un pequeño y demasiado ajustado short morado pastel, junto con una camisa rosa.
El menor veía los vestidos y tacones que estaban, obviamente, en la sección de mujeres.
—Quiero este —Dijo Guillermo mirando aquel vestido verde pistache.
Samuel tomó la prenda y la echó en el carrito. Siguieron observando la gran gama de ropa femenina, a Guillermo le fascinaron unos zapatos rojos intenso, y en la zona de cosméticos y belleza femenina, al menor le encantaron los cosméticos, que Daddy no dudó en comprárselos.—¿Algo más? —Pregunto el mayor, el carrito estaba que explotaba por toda la ropa que el indefenso e inocente Guillermo había escogido y metido en aquel carro.
—¡Mis colores y libros para colorear!—Al mayor le encantaba aquella ternura e inocencia que Guillermo desprendía, le salía demasiado natural ser indefenso.
Alex tenia razón, lo mejor de los adolescentes, es tener que ver su inocencia, y tener que corromperlos.
Fueron hasta la sección de niños, en donde había una larga tira de comics y libretas para colorear. Guillermo no dudo en correr y meter más de diez libretas al carrito.
—¡Miré Daddy!—Señaló un hermoso oso rainbow, su pelaje de arcoiris, a guillermo se le iluminaron los ojos, lo quería.—¡Quiero ese!
—Guillermo...—Mencionó Samuel con un tono desesperante. Guillermo lo volteó a ver y al mayor no le quedo de otra que aguantar la ternura del menor.
A la hora de pagar, la enorme cantidad que le tocaba pagar al castaño hizo que se le cayera la mandíbula hasta el piso, pero todo por su bebé.
Al llegar a casa, lo primero que hizo el menor fue sacar la libreta y sus diferentes colores para después derrumbarse en el piso de la sala y comenzar a colorear.
A samuel le comenzaba a encantar Guillermo, le fascinaba.
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