Capítulo 100.

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Salimos de ahí diez minutos después. Le pagué y él se demoró despidiéndose de ella. Tal vez le recordaba mucho a Amanda. Coloqué la llave al auto, que bien se sentía. Ella apoyaba su cabeza en la ventana, tarareando una canción... si mi oído no fallaba, era una de Ed Sheeran.


Zayn: Ed Sheeran... -Asintió con la cabeza.- ¿Te sientes mejor? –Pregunté sin mirarla.
Tu: Ajá. –Dejó de tararear y miró su celular.
Zayn: ¿Samantha no te ha llamado?
Tu: Con ella hablaba. Se desesperó al no verme en la casa... -Leía algo en su celular.
Zayn: -Resoplé apenado mirando al volante- No quiero que estés molesta.
Tu: Ajá. –Siguió observando la pantalla del celular. La desesperación de no saber que decir o hacer era o parecía mortal.
Zayn: -Aclaré mi garganta- Quiero que seamos amigos. –Levantó la vista, mirando al frente, a la nada. Sin mirarme, contestó.
Tu: Quiero que me dejes en casa ahora.
Zayn: ____...
Tu: Ahora, Zayn. –Dijo firme.

Narras tú:
No sabía hasta que punto sobreviviría con él. No quería ser su amiga, no podía. No quería tenerlo cerca, pero a la vez el tenerlo a mi lado me hacía sentir segura, feliz, incluso estable. Pero esa estabilidad se desvanecía cuando oía su voz tan suave como una caricia.
Lo necesitaba, era cierto. Lo necesitaba cada parte de mi ser, lo necesitaba con desesperación. Necesitaba de él, de lo que irradiaba, de sus caricias, de sus besos suaves, de sus labios humedecidos, sus ojos penetrando en los míos, tomando mi control.
Pero algo me impedía perdonarlo. Algo había que no me dejaba tranquila teniéndolo cerca. La escena de ese beso se posicionaba en mi mente. Y nunca me explicaría a mi misma porque él había hecho eso. Nunca terminaría de tragar esas crudas palabras que salieron de mi boca aquella madrugada en la que supe la verdad. Nunca creería perdonar el hecho de que el no me lo haya dicho eso. De pronto me sentía engañada, vulnerable, ansiosa y desesperada.
En medio de mis pensamientos unas lágrimas salpicaron de mis ojos. No quería que él se diera cuenta, miraba por la ventana evitando su contacto su visual. El silencio era aterrador, pero ninguno de los dos diría palabra alguna. Parecía tan fácil decir "Te perdono", pero no lo era, porque hay cosas que simplemente viven en tu mente cada día, no te dejan perdonar, menos olvidar.

El auto estacionó frente a mi casa. El reloj marcaba las siete con veinte minutos de la mañana. Lo miré. Una de sus manos apoyada en medio del volante. La otra en su regazo. Su cara realmente pálida y triste, mirando en dirección a mí. Perdida en la mirada sin emoción de sus ojos por unos segundos, reaccioné asintiendo levemente con mi cabeza. Di un respiro y desabroché el cinturón de seguridad. Torpemente cargué bruscamente el dedo y quebré una de mis uñas, genial. Iba a dar otro intento para desabrochar pero él se adelantó, rozando su pulgar con mi fría mano. Sentí mi piel entibiarse en segundos y un rojo vivo se apoderó de mis mejillas. Dejé que el desabrochara y con un asentimiento breve, agradecí. Abrí la puerta y saqué una pierna afuera, luego la otra y salí completamente. Cerré la puerta y di la vuelta al auto para llegar a la entrada de la casa. No volteé la cabeza a él pero caminé lento, contando mis pasos. Escuché casi como un susurro mi nombre, dos segundos esperé para voltear completamente. Vaciló unos segundos con la voz, inseguro que diría, o con poco valor de decir lo que quería decir.

Zayn: Ten un buen día. –Dijo finalmente.
Tu: Igual tú. –Dicho eso, volteé y caminé rápidamente a la puerta. No escuché el auto partir hasta que estuve dentro.

Cuando Samantha me despertó eran las diez y media de la mañana. Molesta y con sueño me bañé. Ella había preparado una de esas tartas que había aprendido de su abuela y desayunamos juntas.

Samy: ¿Uña rota? –Apuntó con el tenedor.
Tu: Si, problemas con el cinturón de seguridad. –Dije mirando mi té con una sonrisa apenas perceptible.
Samy: Iré a ver a mis abuelos y a mis padres esta tarde, así que me temo que tendrás que almorzar sola hoy...
Tu: Oh, no te preocupes. Llamaré a Eleanor por si acepta ir a McDonald's conmigo. –Reí.
Samy: ¿Tienes alguna rara obsesión con McDonald's? –Bromeó. Recordé las primeras horas de mi pasado cumpleaños pero alejé los recuerdos lo más fuera que pude de mi mente.
Tu: -Reí bajo a su broma- Ya sabes, comida rápida y rica.
Samy: Pero nada se compara a mis postres y tartas caseras.
Tu: Por supuesto que no. –Sonreí.

Stole my heart | z.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora