Max: Visita de medianoche

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Mi visitante misteriosa trató de retorcerse para salir de debajo de mí, pero la cubrí completamente, sujetándola a la cama. De ninguna manera la dejaría ir hasta que le diera el Gran Orgasmo Número Cuatro. Así que empujé dentro de ella, literalmente aprisionándonos juntos. Dios, se sentía bien. 

No creerías que el interior de una mujer pudiera sentirse tan diferente de otra. Pero era así, ella  era diferente. Se sentía mejor que cualquier otra mujer que me dejó entrar a su cuerpo.

Afiancé mi agarre en su sedoso cabello, porque tenía que aferrarme a algo y también porque me encantaba la forma en que parecía excitarla. Luego empecé a empujar con más intensidad. Dejó salir un sonido de sorpresa y jadeó más fuerte, cada vez más cerca de ese siguiente orgasmo por el cual estaba tan hambriento de reclamar. Podía decir por la tensión en cada músculo de su cuerpo, que se hallaba a segundos de correrse.

—Supe desde el segundo en que entraste en esta habitación que no eras Kelly —murmuré en su oído, y luego presioné los labios contra su sien porque el olor familiar de su cabello hacía quemi cuerpo se tensara—. Pero eso está bien. Me gusta hacerlo a una desconocida.

Sin embargo, eso era mentira, ya que para nada lo sentía como si fuera  una desconocida. Lo que me gustaba era imaginar que pudiera ser quien yo quería que fuera, no quién era realmente.

—No saber quién eres solo lo hace más caliente. —Imaginar que era Celine era lo que lo hacía más caliente.

Me vine en ella, moliendo mis caderas en su trasero mientras me introducía tanto como podía y dejaba ir todo.

Enterró su cara en mis sábanas y gritó. Sentí surgir mi propio gemido, por lo que mordí la parte trasera de su hombro de nuevo y deslicé las manos por sus brazos hasta que llegué a sus dedos mientras se agarraba de las sábanas. Luego cubrí sus manos y agarré las sábanas junto con ella.

La tormenta nos recorrió, y la sostuve de esa manera mucho después de que terminó.

Quería besarla. Quería colocarla sobre su espalda para poder presionar mi pecho contra sus senos y sellar mi boca en la suya, separar sus labios y humedecer mi lengua contra la suya. Quería saborearla y compartir nuestras próximas mil respiraciones juntos. Lo cual me asustó hasta la medula. Porque nunca quise besarlas. No era así de dulce y tierno con ellas.

Y eso significaba que sabía que ella era diferente. Ella era...

Se movió debajo de mí. —Bájate.

—¿Qué? Auch. Mierda, mujer. —Hizo su trasero hacia atrás, sacándome de su interior y golpeando mi estómago. No dolió pero me sorprendió lo suficiente para levantarme—. ¿Qué demonios?

Quise llegar hacia ella, pero era como una pequeña artista del escape cuando quería serlo. Salió disparada de la cama y se apresuró hacia la puerta mientras mis dedos solo agarraron el aire fresco.

—¡Oye! —Atrapé un codo, pero no conseguí sujetarlo lo bastante bien porque inmediatamente se liberó. Sus zapatos resonaron por el suelo antes de que la puerta de mi habitación se abriera de pronto y luego se cerrara de golpe.

La escuché correr por el pasillo y también el golpe en la puerta de entrada.

Liberando un largo suspiro, me coloqué de espaldas y miré hacia el oscuro techo, básicamente viendo nada.

Lo que acababa de pasar fue... sí. Eso fue otra cosa.

Supe que no era Kelly de inmediato. La falta de risitas y plática constante fue mi aviso. Luego ella dejó escapar que nunca estuvo conmigo. Sin mencionar los rumores sobre que lo hacía en la oscuridad y por detrás, sin embargo, me hizo saber que tenía que ser alguien del grupo de Kelly.

Estuve un poco aburrido últimamente, por lo que empecé este juego en el cual lo haria en una posición específica a cada chica del mismo grupo. Por ejemplo, unas en la posición vaquera inversa. Las de carrera de enseñanza eran estrictamente oral.

Y las seguidoras de los atletas conseguían el estilo perrito. De esa modo, cuando hablaban entre ellas, todas se daban cuenta que fue de la misma manera, y comenzaban a pensar que tenía algún raro fetiche, o algo así.

No sé por qué puse en marcha un juego tan extraño que me involucraba, pero me divertía bastante joder con sus cabezas.

Así que, ese es el por qué asumí que mi nueva visitante de media noche era otra seguidora de los futbolistas... Hasta el primer momento en el que olvidó disfrazar su voz o cuando dijo mi nombre en ese tono que reconocería en cualquier parte.

Me congelé, con mi mano en su muslo cálido y desnudo, sin saber qué hacer y completamente incapaz de creer que Celine se encontraba en mi dormitorio, inclinada sobre mi mesa. De repente, más duro de lo que jamás estuve en mi vida, negué con la cabeza, tratando de negarlo. Quiero decir, de ninguna manera era posible que pudiera ser la piel de Cel  la que calentaba mi palma. No-o.

Primero que nada, ella no tendría la audacia. Bueno, tacha eso; sin duda la tenía. Esa era una de las razones por las que estaba tan caliente por ella. Podía ser un poco fiera con agallas cuando ponía su mente en algo.

Pero ella no... demonios, no vendría aquí haciéndose pasar por Kelly, ¿o sí? Ella estaba enojada conmigo esta noche; suponía que estaría más propensa a romper mis bolas con un torno que darle el viaje de su vida a mi cuerpo.

Así que, sí, tenía que estar equivocado. No pudo ser ella, no importa lo mucho que su voz sonaba como la de Celine, no importa lo mucho que olía como Celine, y no importa lo mucho que se sintió como imagino que se sentiría Celine. Cabello sedoso, piel suave, senos perfectamente firmes pero maleables.

Oh, mierda. ¿Acabo de tener mi pene dentro de la vagina de Celine? La traté como nunca antes traté a una mujer en la cama, admitiendo esa mierda personal sobre mi hermana, besando su sien, tomando su mano mientras nos veníamos juntos.

Pero no. De ninguna jodida manera. No podía ser.

Sin embargo... la idea me excitó como ninguna otra cosa.

Yací ahí, en mi cama, la cual se sentía extrañamente vacía sin ella, y empecé a endurecerme de nuevo, solo de pensar en la posibilidad que pude haber tenido mi cuerpo dentro de la mujer que anhelaba desde hace casi un año.

Me estremecí. No, no, no. No pudo ser ella. Solo le estuve dando cualidades de Celine porque ella era la única mujer que quería más que nada y no sabía quién era en realidad.

Sentándome en mi colchón, encendí mi lámpara de noche. Pero no importa lo rápido que mi Visitante Nocturna salió de aquí, no dejó nada atrás; nada que probara que era Celine, pero tampoco nada que lo refutara. Estaba fugazmente tentado a correr tras ella y averiguar quién era —quizás aún podría atraparla en el estacionamiento— pero entonces... ¿quiero saberlo?

Me pasé las manos por el cabello y luego apreté la cabeza con fuerza, diciéndome que Kelly simplemente cambió con una de sus amigas esta noche porque... demonios, quien sabía por qué. ¿A quién le importaba? Aún no podía creer lo bueno que fue.

Pero, ¿venirse por jalarle el cabello? Mmm. Interesante.

Finalmente me dirigí a tirar el condón, luego me dejé caer sobre mi cama, desnudo. Miré hacia el techo oscuro, reviviendo cada minuto de mi visita de medianoche.







My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora