Max: Mensajes instantaneos

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—Mierda. —Me quedé boquiabierto mirando la pantalla de mi teléfono mientras leía el mensaje de texto que me enviaron durante el trabajo.

El bar cerró casi veinte minutos más temprano, y todos limpiábamos, ya a punto de terminar nuestros deberes. Acababa de coger mi teléfono de donde lo había dejado junto a la caja registradora cuando me di cuenta de que tenía un mensaje en espera.

¿Has sido un buen chico desde nuestro primer encuentro? Solo te voy a dar una repetición de la noche anterior, si has sido un buen chico.  El remitente se llamaba... Visitante Nocturna.

—Demonios.

—¿Qué? —preguntó León con curiosidad mientras se me acercaba por detrás.

Me giré hacia él, sintiendo la necesidad instintiva de proteger mi pantalla de sus ojos. Pero luego me dije que era estúpido. No tenía necesidad de ocultar esto. No tenía ninguna razón. Así que giré el teléfono para que lea el mensaje.

—De alguna manera tomó mi teléfono y añadió su nombre y número. —

Lo giré de vuelta y me pregunté en voz alta—: Eso es tan extraño. ¿Y cómo diablos sabe que ustedes la llamaban la Visitante Nocturna?

A menos que sí fuera Celine. Quizá Goretzka se lo mencionó, o Josh  le dijo a Rubia, y ella le contó.

Me limpié la mano de repente temblorosa sobre mi boca, Gam rió y me golpeó en el hombro. —Bueno, ¿no eres un afortunado ? ¿A quién diablos le importa cómo lo puso? Quiere verte de nuevo. ¿No es eso lo que querías?

—Sí —murmuré ausente—. Supongo. —Pero joder, no podía creer que contactó conmigo. Por la forma en que salió de mi habitación la noche anterior, creía que sería la última vez que sabría de ella. Empecé a sudar, nervioso y eufórico al mismo tiempo.

León me dio un codazo de nuevo. —¿Y qué esperas? Escríbele.

Le fruncí el ceño, sin querer mensajearla así en público. Pero, oh... sin duda le contestaría.

—¿Escribirle a quién? —preguntó Julian, mirando a mi teléfono, que aún sostenía en mi mano temblorosa.

Fruncí el ceño y guardé el teléfono en mi bolsillo trasero, fuera de la vista. —Nada —dije al mismo tiempo que Goretzka espetó—: Max tiene una admiradora secreta.

Aunque rodé los ojos, me recordó a lo que hice el semestre pasado, dejando dibujos de Celine en su silla de la clase de arte. Maldita sea, era un perdedor cuando se trataba de ella. Honestamente, le dejé sus dulces baratijas... solo para hacerla sonreír.

Era imposible pensar que ella podría hacerme lo mismo... con rondas nocturnas de sexo salvaje y caliente en lugar de estúpidos dibujos.

—Oh, ¿en serio? —Brandt arqueó una ceja curiosa y cruzó los brazos sobre el pecho—. Cuenta.

No quería contarle nada. Odiaba la amistad que tuvo con Celine. Me irritó tanto por dentro que no podía soportar a este tipo. Pero Goretzka parecía pensar que era perfecto. Él comenzó a hablar sobre todo mi encuentro con Cel... quiero decir, la Visitante Nocturna. Y cuanto más hablaba mi buen amigo, más intrigado parecía estar Julian.

—Así que, ¿cuándo crees que tomó tu teléfono y añadió su número? — preguntó.

—¿Cómo diablos voy a saberlo? —Le envié una última mirada furiosa de mal humor y murmuré—: Me voy.

Me di la vuelta, y ellos se reían de mí como si pensaran que mi mal humor fuera lindo. Les demostré lo contrario y me abrí paso hacia la noche cálida de abril. Eran más de las dos de la mañana y las calles se hallaban tranquilas y la luz tenue. Tiré mi teléfono de mi bolsillo e inmediatamente comprobé mi libreta de direcciones mientras corría por la calle hasta el estacionamiento donde se encontraba mi camioneta.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora