Max: Mi terapia con la señorita Goretzka

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No tengo idea por qué escuchar a mis padres hablar de ella siempre me ponía físicamente enfermo. Pero mi estómago se rebeló, la bilis subió en mi garganta, y mi visión se puso borrosa.

—¿En serio? —Levantándome, miré al otro lado de la mesa—. ¿Traerás esta mierda en frente de mi nueva novia? —Y estuve tan seguro de que Celine sería el perfecto amortiguador para mantener el drama familiar fuera de la conversación.

Mamá miró a Cel, con los ojos muy abiertos en alarma antes de girarse hacia mí. —Esta mierda es el recuerdo tu hermana. ¿No la quieres honrar?

El remolino en mi estómago se convirtió en pequeñas agujas de agonía.

Me doblé un poco, poniendo mis manos en las caderas, intentando ocultar lo mucho que me dolía. —No quiero ni pensar en ello —susurré.

Mamá dejó salir un suspiro triste mientras papá le agarraba la mano. Odiaba angustiarlos, pero joder, ¿por qué siempre tenían que forzarme en esto?

—Cariño, esto no es saludable. Pretender que nunca existió no va a evitar que duela.

Sí, bueno, tenía que disentir. Funcionó muy bien para mí en los últimos cuatro años.

Cuando papá trató de decir algo después, levanté una mano y espeté—: No lo hagas.

—Creemos que necesitas ayuda. —Mamá dejó salir las palabras, haciéndome sacudir por la conmoción.

—¿Qué?

—Nuestro mayor temor era que nunca serías capaz de seguir adelante con lo sucedido. Y por un tiempo, pensamos que lo habías hecho. Pero está claro que lo reprimes. Ni siquiera has intentado las etapas de duelo para trabajar a través de ello, y va a terminar volviendo y mordiéndote algún día, cuando menos te lo esperes.

—Estoy bien —exploté—. Por favor, discúlpenme si no quiero pasar el resto de mi vida todo deprimido deliberadamente sobre... sobre alguien que nunca va a volver.

Papá negó con la cabeza. —Todavía no puedes decir su nombre en voz alta, ¿verdad?

Le di a Celine una mirada de advertencia, diciéndole que mantenga la boca cerrada. Sus ojos se encontraban muy abiertos mientras analizaba la escena de mi disfuncional familia. Joder, iba a tener tantas preguntas después de esto.

¿Qué había pensado para traerla?

—Señora Meyer —dijo ella, dirigiéndose a mi mamá—. No sé si esto ayuda a aliviarla, pero Maximilian ha estado visitando a un terapeuta.

¿Qué dijo? Le lancé una mirada de sorpresa, pero ni siquiera me miró.

Centrándose en mis padres, juntó las manos en su pecho con un auténtico espectáculo de compasión. —Quiero decir, sé que todavía no hizo mucho por él, pero fue a unas cuantas sesiones, lo que debe significar algo, ¿no? Admitió que necesita ayuda. ¿No es eso lo que dicen que es la mitad de la batalla?

Los ojos de mi madre brillaban con lágrimas mientras se giraba hacia mí.

—¿En serio? Oh, mi niño. Eso es increíble. Estoy tan orgullosa de ti.

Mientras me abrazaba, me encontré con la mirada de Celine, ampliando mi mirada para preguntarle silenciosamente qué pensó que hacía.

—Gracias —murmuré a mi mamá mientras salía de su cálido abrazo que en realidad extrañaba un poco sentirlo—. Es mi culpa que esté muerta, pero estás tan orgullosa de mí. Eso hace que todo sea mucho mejor.

Incapaz de manejar un segundo más de esto, me giré lejos de ellos y salí. Mi cabeza corrió en un millón de direcciones diferentes mientras me iba, sin pensar desde el restaurante. Empecé automáticamente a ir a mi auto, pero las visiones de la cara ensangrentada de mi hermana cubierta de vidrio mientras yacía apoyada contra el volante, me hizo parar en seco. Su alarido mientras gritaba para que la ayudara resonó en mi cabeza.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora