Max Mi secreto, mi hermana, mi gran error

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Una vez que regresamos a casa y tuve que regresar a Celine de nuevo con su hermano, creo que pasé por una mini depresión de mierda o algo así. Todavía me pasaba todas las noches para recogerla en nuestro lugar, la veía todos los días, y hablaba con ella constantemente a través de mensajes, pero no era lo mismo.

En Nueva York no había tenido que esconderla, ni necesitado colarme a hurtadillas. Había podida tenerla toda la noche y despertarme a la mañana siguiente con ella a mi lado. Joder, de acuerdo con Josh, había sido capaz de anunciar mis sentimientos por ella lo suficientemente alto en público para que hasta la gente de alrededor los conociesen.

Pero ella... joder, aquí todavía era un secreto. Y odiaba eso. Celine Goretzka no era mi secreto. Ella era mi corazón y mi alma, y no podía seguir con esta mierda por mucho más tiempo.

Había estado tratando de esperar hasta que ella sacase a colación el tema y fuese su idea, para que no se sintiese ansiosa o asustada cuando por fin se lo dijésemos a Goretzka, pero simplemente... no podía aguantar mucho más.

Además, otras cosas me obligaban a tomar decisiones antes de lo esperado.

Así que alrededor de una semana después de lo del .viaje la llevé a mi habitación, después de recogerla en nuestro lugar, y le dije—: Hay algo que necesito decirte.

Parpadeó y se echó hacia atrás sorprendida. —Está... bien —dijo
lentamente—. Suena serio.

Asentí. En realidad, había tres cosas de las que necesitábamos hablar, así que le tomé sus manos y la miré a los ojos. Pero cuando abrí la boca, algo hizo templar las paredes del pasillo justo fuera de mi habitación.

—¿Qué demonios? —Intercambiamos miradas de preocupación y a la vez nos apresuramos hacia la puerta—. ¿Rubia? —grité. Josh se había ido a trabajar, por lo que solo podía ser ella.

—Oh, mierda. —Se encontraba en el suelo, medio apoyada contra la pared e inconsciente. Corrí a su lado, mi corazón yendo a mil por hora—.¡Rubia!

—Oh Dios mío. ¿Zoey? —Celine estaba justo a mi lado, arrodillándose conmigo mientras estiraba mis manos temblorosas, temeroso a lo que pudiesen encontrar. Cuando sentí el pulso en mis dedos al tocar su garganta y su aliento en mi brazo, me senté de cuclillas aliviado.

—¿Qué le pasa? —Colocándose al otro lado de Rubia, Celine le apartó el cabello de la cara suavemente.

—No tengo idea. Creo que simplemente se desmayó.

—¿Pero por qué? ¿Crees que tenga algo que ver con su trasplante de riñón?

Mirándola, compartimos expresiones similares de preocupación

—Vamos a llevarla a un hospital. —Me incliné para recoger la figura inerte del suelo—. Llama...

—Ya estoy en ello. —Miré hacia arriba justo cuando Celine terminaba de marcar y se ponía el teléfono en la oreja.

—Dios, eres una  mujer increíble.

Me guiñó un ojo pero luego comenzó a morderse el labio mientras esperaba. —Vamos, Josh contesta, contesta.

—No hay forma de que vaya a escuchar el celular en ese lugar. Es un milagro cuando escuchamos el teléfono fijo.

—Entonces llamaré a Leon y lo enviaré a recoger a Josh

—Buena idea. —Gruñí cuando me enderecé con todo el peso muerto de Rubia en mis brazos.

—Jodida mujer increíble, recuérdalo —dijo Celine, volviendo a marcar en el teléfono Corrió por delante de mí para abrir la puerta principal. Le di las gracias con un beso en la mejilla antes de cruzar la puerta.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora