Max: Soy adicto a esa chica

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En verdad no quise que ganara la tentación. Se suponía que fuese más fuerte que un pequeño deseo tonto. Pero entonces, subestimé el poder de Celine Goretzka.

Me quería, así que me tuvo.

Sabía que debí estar enojado. Debido a su astucia solapada, traicioné a mi mejor amigo e hice la única cosa que él no quería que hiciera. Pero saber que ella me deseaba tanto, que llegó a estos extremos, se convirtió en mi acosadora personal, realmente me excitaba. Y de esa manera, la ira solo desapareció en algún lugar entre la admiración, adulación y el deseo.

Aunque, eso no significaba que estaba listo para jugar al mentiroso, el mismo día después de apuñalar a Goretzka  en la espalda. Excepto, sí, de todos modos, así es como terminó todo.

—Y como cada semana anterior, resultó que Goretzka y Draxler manejaron el bar cada jueves.

Normalmente no tenía ningún problema con servir mesas, ya que me proveía más propinas y conocía más chicas de esa manera, pero hoy, como que quería mantenerme detrás de la seguridad del mostrador. Ya no era un agente libre; no podía dejar que una mujer me deslizara su número telefónico o...

—Diablos. —Lentamente me detuve y parpadeé aturdido ante el mundo alrededor de mí. Pero, ¿pensé en mí mismo como alguien apartado? ¿Alguien que ya no se encontraba disponible para las damas? ¿Comprometido? Guau. ¿De dónde vino eso?

—¿Max? —preguntó Goretzka, con la frente arrugada con preocupación—. ¿Qué pasa?

Negué con la cabeza. Iba a decirle que no era nada, pero no había manera de que lo creyera. Así que me conformé con fruncirle el ceño. —Tú trabajas en el bar cada semana. ¿Por qué no cambiar tu lugar de vez en cuando para que el resto de nosotros tenga un descanso de todas esas chicas toquetonas tomando nuestro paquete?

León  me miró como si estuviera loco. Luego sacudió su cabeza y resopló. —¿Cómo si te importara eso? Además, estoy casado, tú estás soltero.

Hice una mueca. El impulso de decirle que ya no era soltero picaba mi garganta hasta que tuve que decir algo o tenía miedo de que lo fuera a decir todo. Así que apunté a Josh. —Bueno, el  ya no está soltero, y no tienes ningún problema con hacerlo servir mesas cada jodida semana.

—Tienes razón. —. Lo siento por eso, Kimmich . Puedes servir en el bar esta noche si quieres.

Me sentía raro estando cerca de León  todo el día. Pero extrañamente, la culpa no era la única cosa que me afectaba. De repente me hallaba muy irritado con él. Todo lo que dijo parecía molestarme. Necesitaba escapar.

Pero en vez de dejarme ir, llamó mi atención. —Oye. —Un segundo después, trotó y apareció a mi lado, manteniendo mi ritmo—. ¿Qué sucede contigo hoy? ¿Te encuentras bien?

Resoplé pero no respondí.

—¿Cómo van tus clases?

—Bien.

—Así que, ¿todavía logras graduarte?

Enviándole una mirada extraña, asentí. —Sí. ¿Por qué?

Con una sonrisa frustrada, agitó sus manos en el aire. —No lo sé, hombre. Dime tú. Algo definitivamente te molesta. No has sido el típico Max molesto desde.... Joder, casi no puedo recordarlo.

—Bueno, lamento decepcionarte —espeté—. No hay nada  mal conmigo. No estoy enfermo. Y el mundo no se acaba. Pero estoy cansado. Iré a casa a tomar una siesta antes de que tenga que aguantarlos a ustedes por el resto de la noche, perdedores.

Una sonrisa repentina iluminó su rostro. —Oh, ¿así que de eso se trata? ¿Tu Visitante Nocturna no te ha dejado dormir últimamente?

Casi me ahogo con mi propio oxígeno. —¿Qué? No. Joder, se terminó. Ella no... no volverá. —Tuve que apartar la mirada cuando lo dije. Mi rostro se hallaba sonrojado. Pero cuando me alejé de León , encontré la mirada de Josh por accidente.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora