Celine: Te amo, no te vayas

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Cuando Maximilian quedó sin fuerzas apoyado contra mí y supe que se había quedado dormido, suspiré profundamente y, de a poco, detuve el movimiento de mis dedos acariciando su cabello.

De repente, tenía demasiado que procesar. Pero, ¿se iba? Sabía que era el paso lógico para alguien que se graduaba de la universidad, pero, mierda... ni siquiera había considerado la posibilidad. Porque, obviamente, era una idiota.

O tal vez, porque Maximilian nunca actuó como alguien que anhelaba madurar y mudarse.

Pero lo más perturbador era el hecho que gritó mi nombre cuando tuvo su orgasmo. No creo que siquiera se hubiera dado cuenta que lo hizo. Después de ello, no había dicho nada ni actuado raro tampoco. Con el paso de los segundos, llegué a la conclusión que ni siquiera se dio cuenta de lo que había hecho.

Mis manos comenzaron a temblar y las lágrimas inundaron mis ojos.

Bueno, sucedió. El sueño que me deseara tanto como yo lo deseaba se hizo realidad, pero simplemente quería llorar porque era mucho que procesar. Fue muy hermoso, muy irreal, muy... ¡Cielos! Y dos segundos después, ¿soltó la bomba sobre mudarse a un lugar tan lejos como Nueva York?

¿En qué demonios me estaba metiendo? Arriesgaba la ira y confianza de mi hermano por un mujeriego estúpido e inmaduro, que tal vez se iría y rompería mi corazón. Y lo hacía con plena conciencia porque, sin importar todas las veces que me decía que huyera, no podía dejarlo así como así, todavía no. Bajé mi mejilla a su hombro y recorrí su pecho con mis dedos.

—Te amo —susurré, agradecida de al menos tener este momento de paz con él, un recuerdo que atesoraría una vez que se fuera. Pero aun así, tuve que agregar la silenciosa súplica—. Por favor, no te vayas.

Cuando no respondió, y ni siquiera se movió, suspiré con tristeza y me alejé de su cálido abrazo. Cuando salí de la cama, rodó en mi dirección como si me buscara en su sueño. El dolor me atravesó, pero continué y encontré mis pertenencias en la oscuridad.

Estuve tentada a prender la lámpara así podría tener un vistazo de éldormido y desnudo en su cama, pero no quería arriesgarme a que despertara y me viera, así que me dirigí hacia la puerta y me apresuré por el pasillo hacia la puerta principal.

Mientras caminaba por la vereda camino a casa, dieciocho cuadras desde la casa de Alaya, decidí que sería lo mejor si la Visitante Nocturna hubiera acabado de hacer su última incursión en la habitación de Maximilian

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora