Celine Nuestro pequeño superviviente

450 41 22
                                    




Pasaron dos días. No dejé el hospital ni una vez. Simplemente no podía. Pidieron prestada ropa de alguna enfermera y me la pusieron, revisando los moretones en mi estómago.

Zoey se sentó a mi lado, tomando mi mano y siendo mi tranquila y comprensiva mejor amiga. Pero se veía tan pálida, al primer momento en que la vi estremecerse y colocar una mano sobre su bebé, la envié a su casa, ordenando a Josh mantenerla en la cama y cuidar de ella.

Sin embargo volvió al día siguiente, al igual que todos los demás. León y los padres de Maximilian se quedaron toda la noche, acampando en las incomodas sillas de la sala de espera mientras nuestros amigos regresaban a diario. Todo el mundo con el tiempo usó su turno para visitarlo, pero todos obtenían el mismo resultado que yo: no respondía.

Cuando el médico nos dijo que iban a empezar a sacarlo del coma, me convertí en un lío de nervios. Había una posibilidad de que el cuerpo de Maximilian no estuviera preparado para ello, que él muriera. Odiaba todas las estadísticas y porcentajes que daban las personas; solo quería que alguien dijera: "Él va a estar bien", pero nadie lo hizo.

—La inflamación se ha reducido, la actividad del cerebro se ve bien, y él respira de forma independiente. Sigue inconsciente, ya que estamos retirando gradualmente los barbitúricos, pero si quiere ir a sentarse con él, señora Meyer y estar allí cuando se despierte, puede ser mejor para él.

Salté para pararme tan rápido que casi me tropecé con ellos. —Sí — respondí muy rápido, pero no importaba lo ansiosa que me veía. Maximilian iba a despertar pronto. Empecé a seguir al médico, pero luego me detuve cuando vi a Brenda y Phil al otro lado de la habitación.

Desacelerando hasta detenerme, los observé acurrucados juntos antes de preguntar—: ¿Pueden sus padres estar allí también?

Los Meyer y yo habíamos declarado una especie de alto al fuego. Ya no me miraban ni me culpaban, y yo evitaba todo contacto visual con ellos cuando se hallaban en la misma habitación, pero ninguno de nosotros nos hablábamos el uno al otro de nuevo después del primer día, a pesar de que habían estado llegando a conocer a todos los demás en el grupo.

Mientras Brenda me miraba ahora, sin embargo, solo alivio y gratitud permanecían en su expresión.

El doctor asintió. —Es este caso, vamos a dejar pasar y permitir que se queden los tres en la habitación.

Entonces, los padres de Maximilian y yo fuimos juntos a su habitación. Uno de los lados de su cara continuaba densamente vendado, pero se parecía más a él mismo con el tubo de respiración fuera de su boca.

Nos sentamos allí un poco más de una hora, yo en un lado, Phil y Brenda en el otro, antes de que él moviera su cara contra la almohada, alejándose de mí.

Los tres lo miramos poniéndonos de pie. Compartimos una mirada emocionada antes de colocar nuestra atención de nuevo en Maximilian. Una tos ligera dejó sus pulmones, y juro que fue el sonido más increíble del mundo. Luego se lamió los labios y movió su cara otra vez, girándose hacia mí esta vez.

Sus pestañas revolotearon.

Conteniendo el aliento, me incliné. —¿Maximilian? ¿Puedes oírme?

—Sí —murmuró desde sus agrietados y oxidados labios

El médico nos había advertido sobre todos los tipos de daño cerebral que podría tener. Podría tener problemas para hablar, problemas de memoria, dificultad con las habilidades motoras. Había varias cosas que podrían salir mal, pero cuando abrió sus pestañas y me miró desde sus ojos color azul, lo único que sabía era que estaba vivo y despierto, y el mundo era absolutamente perfecto.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora