Max: Él va a matarme

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Ella llevaba bragas.

Tenía que rasgarlas con mis dientes. Sus dedos se apretaron en mi cabello y acercó mi boca con más fuerza contra ella. Su olor y sabor inundaron mis sentidos. Me encontraba tan híper consciente de cada maldito detalle, sabiendo que le daba sexo oral a mi chica. Ella era Celine.

Empezó a venirse casi de inmediato, su cuerpo inclinándose hacia arriba, conteniendo la respiración.Estuve a punto de venirme en mis pantalones cortos mientras ella gritaba. Pareció durar para siempre. Mi lengua seguía masajeando, una vez más estremeciéndola. Me parecía que no podía dejar de lamer. Pero luego sus manos perdieron su agarre en mi cabello y sus muslos se aflojaron alrededor de mis oídos.

La primera fase completa.

La segunda fase lista para comenzar.

—Maldita sea, qué buen sabor. Recuérdame volver para el postre en un minuto.

Recogiendo sus piernas mientras me arrastraba por su cuerpo, sujeté sus rodillas junto a sus orejas para que no tuviera el control de aquellas largas y deliciosas extremidades.

Esta noche, yo mantenía todo el control.

—Vas a tener que aferrarte a mí para esta siguiente parte —le dije, manteniendo sus piernas en su lugar con mi torso cuando encontré sus manos y entrelacé nuestros dedos. Luego la besé. Nuestras lenguas se emparejaron; me pregunté qué pensaba de su propio sabor. Gimió con aprobación, así que corrí mis pulgares a lo largo de la parte posterior de sus manos cuando me quité mis pantalones cortos. Ya tenía mi condón, listo para ir.

Cuando la yema de mi pulgar se encontró con la etiqueta del plátano que le puse en la biblioteca, gruñí y tuve que dejar de lado el beso para presionar mi frente con la suya.

Pero joder. Estaba con Celine Goretzka. No tenía manera de disputarlo ahora. Mi cuerpo se convirtió en un cable de alta tensión. Me hallaba tan listo para explotar en su interior que temía que podría venirme antes de que me deslizara dentro.

Aún jugando con la etiqueta, dejé que mi pulgar comenzara a quitarla del camino.

—Oye. —Luchó contra mí, tratando de detenerme. Pero la tenía fija en su lugar.

—Oh, lo que sea —le dije al oído—. Tú y yo sabemos que nunca iba a pagarte veinte euros.

Abrió la boca y se tensó debajo de mí. —Oh, Dios mío.

Me sumergí dentro de ella, absorbiendo su conmoción y disfrutando de ella, tomando ventaja para besarla de nuevo. Apretando los dedos alrededor de sus muñecas, atrapándola a la cama. Mi torso aún mantenía sus muslos arriba e inmóviles, estirándola hasta que se sintió adicionalmente apretada alrededor de mí mientras tenía un acceso más profundo.

—Mieeeerda. —Gemí y presioné mi frente de nuevo con la de ella, bombeando mis caderas duro y rápido—. Me encanta estar dentro de ti. Maldita sea, te sientes tan bien.

—Maximilian.—sollozó, conteniendo la respiración mientras sus músculos se contrajeron alrededor de mí—. OhDiosmío, ohDiosmío, ohDiosmío.

—¿Ya? —me burlé—. ¿Tan pronto? Pero ¿no acabas de correrte, al igual que, hace treinta segundos?

—Cállate. —Trató de esquivarme, pero no muy eficazmente porque se encontraba demasiado ocupada tratando de evitar de venirse de nuevo—. Te... odio. —Luego soltó un largo gemido tenso cuando su orgasmo se hizo cargo.

Mis ojos se voltearon hasta la parte trasera de mi cabeza. Privándome de todo lo que no estalló con ella. Pero quería torturarla durante tanto tiempo como sea posible. Cuando el mejor de sus temblores terminó y jadeaba inerte debajo de mí, me senté lo suficiente como para dejar que sus piernas bajaran.

My secret love-- Max MeyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora