Capítulo 6

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Alex se baja del coche con prisa, ni siquiera me dice nada, y yo me quedo ahí, viéndolo correr hasta la entrada de ese edificio impresionante y que se ve sumamente costoso.

No sé qué sucede, pero tengo un mal presentimiento y sé que Iana no está bien. Alex está como un loco.

¿Qué debo hacer?

—Bueno... Me va a despedir de todas formas.

Dejo mi bolso sobre el asiento y me bajo del coche. Llego al recibidor del edificio y veo cómo él discute con el portero.

—¡Tienes que dejarme pasar! —Se ve furioso y desesperado. Jamás imaginaría que este hombre puede ser un ángel y al segundo siguiente todo un demonio. No me gustaría despertar a este Alex.

—La señorita Cole no me avisó de su vista. No puedo...

—¡Toma ese puto teléfono y llámala! —ordena Alex casi lanzándose hacia el tipo. El portero toma el teléfono y marca el número, espera durante unos segundos y luego mira a Alex.

—La señorita Cole no atiende el teléfono.

—¡Con más razón, imbécil, tienes que dejarme entrar!

—Lo siento, pero...

Alex se mueve rápidamente y toma al tipo del cuello de su camisa. Se acerca él y lo mira con odio. Ahora si veo como el portero se estremece y parece asustado.

—Escúchame bien, imbécil. Vas a darme la tarjeta ahora... Ahora o acabo contigo.

Estoy aquí, parada al lado de la puerta de vidrio viendo todo y no sé qué hacer. Yo no debería estar aquí, pero algo me dice que debo estarlo.

—Alex... —comento en un susurro y trato de acercarme.

—¡Dámela ahora! —grita. El portero estira su mano y toma una tarjeta magnética. Alex lo suelta, después el sujeto hace algo con la computadora y lo veo a Alex correr por las escaleras a toda prisa.

—¿Qué sucede Alex? —grito corriendo detrás de él. Sólo subimos un piso por las escaleras, pero él no se detiene—. ¡Alex!

—¡Regresa al coche, Iris! —me grita con toda su furia. Hace que me detenga en seco y que sienta algo horrible en el pecho.

Sólo lo veo correr hasta una de las puertas y golpearla con fuerza.

—¡Iana! —grita a todo pulmón. Después se quita su saco negro y lo lanza con furia al suelo—¡Iana, abre!

Él no piensa, no está pensando y yo cada vez estoy más asustada.

—La tarjeta, Alex —le digo acercándome un poco más. Él mira la tarjeta en su mano y luego cierra los ojos por un segundo. Después pasa la tarjeta varias veces por la cerradura inteligente y la puerta hace un sonido. Él empuja, pero hay algo que no le está dando el paso.

—¿Qué sucede? —dejo de no hacer nada y me coloco a su lado. Siento que tengo que saber que pasa y no quiero que lo que estoy imaginando sea verdad. Miro por el poco espacio que me queda y hay un mueble cubriendo la entrada. Creo que es la mesita de su sala o algo así. Pero me sorprende que Alex aún no haya tirado la puerta abajo.

—Puedes empujar la puerta, no se ve pesado —le digo con obviedad, pero él está demasiado nervioso para pensar.

—Iana no me responde, Iris. No sé en qué parte de la casa está, puede estar inconsciente detrás de la puerta y... ¡Lo último que quiero es lastimarla aún peor! —grita furioso.

Ahora si estoy anonadada, y no sé que más hacer. Estoy dejando de pensar al igual que Alex.

—Abre la puerta, sólo ábrela. Confía en lo que te digo —susurro colocando mi mano sobre la suya. Él me mira por un instante, un instante que se hace eterno para mí, y después mira la madera. Primero hay un golpe de frustración y desespero y luego el empujón con todas sus fuerzas.

Sólo escucho como el mueble golpea algo y la puerta hace un ruido ensordecedor al chocar con la pared. Alex es el primero en correr al interior, pero se detiene en seco al ver todo...

El piso está lleno de papeles rotos, son los diseños de Iana, hay libros tirados por todos lados y algunas cosas fueron lanzadas con fuerza al piso.

—Por Dios...

—Regresa al coche, Iris.

Se oye un gran estruendo en algún lugar, como si algo de cristal se hiciera trizas. Alex reacciona de nuevo y lo veo correr por el pasillo mientras que grita el nombre de Iana unas dos veces.

Ahora soy yo la que está en shock, me congelé en medio de esta habitación y sólo puedo escuchar como más cosas se rompen, hay mucho ruido, gritos y... llanto.

¿Qué demonios sucede aquí?

—¡No! ¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Vete de aquí! —grita Iana de manera ensordecedora—. ¡Suéltame, Alex! ¡Déjame! —claramente son gritos mezclados con llantos y sollozos. Sé que tengo que largarme, pero estoy tan anonadada que no me puedo mover. Y Alex... algo me dice que Alex me necesita aquí.

—¡Se acabó! ¡Basta!

—¡No! ¡Suéltame!

—¡Iana!

Ella viene corriendo por el pasillo y Alex va detrás de ella, trata de alcanzarla.

Mis ojos se abren de par en par y me cubro la boca para no gritar cuando veo que ella tiene múltiples cortes en su muslo izquierdo y que sangran sin parar. Tiene sangre hasta los tobillos, su cara está roja, hinchada, el maquillaje que tenía se fue y ahora sólo veo sus ojeras negras, sus mejillas empapadas y noto en esa camiseta blanca de tirante a combinación con su ropa interior que ella es realmente delgada y... Y ya sé lo que sucede aquí.

—¡Iana, basta! —grita Alex a unos metros.

—No quiero esto... —dice entre llanto.

Ella está a un lado de la mesada de la cocina y Alex al otro. Ambos se miran y ella llora. Soy una espectadora, es como una película de terror.

Alex se mueve un poco y trata de acercarse a ella, Iana rompe en llanto de nuevo y después limpia su cara.

—Iana, cielo, tenemos que hablar.

—¡No! —grita con fuerza, después la veo moverse con prisa hasta el otro lado de la cocina, toma un cuchillo y...

—¡No! —grito espantada cuando ella pasa el cuchillo por su muñeca izquierda y empiezo a ver sangre. Iana llora de nuevo y noto que yo también tengo los ojos llenos de lágrimas.

—Iana, por favor... —dice Alex con la voz quebrada. Este hombre serio y educado ahora sólo es un pobre y mediocre tipo que no sabe qué hacer.

—No quiero esto, Alex —vuelve a llorar ella y mira su muñeca ensangrentada. Coloca el cuchillo en posición para hacerlo de nuevo, pero vuelve a mirarlo.

—Iana... escúchame, cielo... Yo... yo te amo, sabes que lo solucionaremos juntos, cariño. No te hagas eso...

Alex está a punto de llorar y yo siento unos deseos inmensos de gritar y llorar también. Tengo que largarme de aquí.

—No... No quiero esto.

—Iana, por favor, deja el cuchillo —le suplica él acercándose a ella con cautela. Están sólo a un metro de distancia y ella parece darse por vencida. Suelta el cuchillo que cae al suelo y luego se lanza a los brazos de él. Veo como la camisa de Alex se mancha de sangre por todas partes, pero el sólo la abraza mientras que ella llora con fuerza.

—Lo siento... —dice, ocultando su cara. Él cierra los ojos y sólo deja que ella llore.

Iana mueve su cabeza y por fin me ve, me ve ahí parada y no le gusta para nada, vi como su mirada cambió de un segundo al otro.

—No... Sácala de aquí... ¡No la quiero aquí, Alex! —y vuelve a llorar con fuerza.

—¡Lárgate, Iris! —me grita Alex, y me hace volver a la vida.

Sí, lo que debo hacer es largarme de aquí...

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora