Capítulo 44

12.6K 1.2K 162
                                    

Suelto un décimo suspiro y miro ese reloj de pared una vez más. Son casi las diez de la noche, Iris sigue en esa silla incómoda en sala de espera y está a punto de dormirse.

Se ve terrible, sé que tiene frío y ni siquiera sé dónde demonios dejé la maldita chaqueta para abrigarla.

Max se pone a mi lado y me entrega el vaso de plástico con café, se lo agradezco con un gesto y él mira a Iris.

—Le compré un sándwich —murmura y me enseña la bolsa.

—Debe estar hambrienta.

Max no dice nada, ha llegado hace unas horas, pero aún no pudimos pasar para verla. Seguimos aquí, esperando alguna novedad, pero ella está bien, Sarah ya me lo ha dicho, es solo que... Tengo que verla, tengo que ver que está bien, que sigue aquí, tengo que ser consciente de que casi la perdemos por mi culpa.

Porque todo esto es mi culpa.

—Ve a darte un baño, Alex. Me quedaré aquí. Ella necesita descansar —susurra mirando a Iris.

—No quiero irme. Necesito verla, ver que Iana está bien...

Max palmea mi hombro y suelta un suspiro.

—No podremos verla hasta mañana en la mañana. Perdemos el tiempo.

Miro a Iris una vez más, tomo la bolsa de papel de las manos de Max y cruzo la pequeña sala hasta ponerme en cuclillas delante de ella.

—Iris... —toco su brazo levemente y ella abre los ojos. Luego hace una mueca de disgusto y toca su cuello de inmediato.— ¿Estás bien?

—Sí, solo...

—Ten. Come algo, por favor.

Le entrego la bolsa de papel, ella toma el sándwich del interior, lo parte a la mitad y me entrega un pedazo, pero niego rápidamente.

—¿Qué hora es?

—Un poco más de las diez.

—Oh...

—Quiero esperar un poco más, solo unos minutos, y luego nos iremos al apartamento, ¿de acuerdo?

—Bien...

A media noche el padre de Iana se acerca a la sala de espera y nos dice que todo sigue igual, que ella sigue bien y que despertará en la mañana.

Nadie me ha golpeado aún porque no saben lo que sucedió, porque creen que ella atentó contra su vida una vez más sin razón, pero sé que cuando Iana despierte hasta Max vendrá a golpearme. Y me lo merezco. No hay duda de ello.

—Te veo en la mañana —dice Max, tocando mi hombro.

—Sí.

Iris me mira y después se pone de pie. Es un momento extraño, no sé que estoy haciendo con todo esto, no sé qué demonios hacer con mi maldita vida.

—¿Quieres que conduzca? —susurra con la mirada perdida en el suelo.

—No. Yo lo haré.

—Bien...

Abro la puerta del apartamento e Iris entra muy lentamente, como si no quisiera hacerlo.

Esto es una locura, pero nada parece tener solución.

—Ponte cómoda.

—No sé cómo sentirme exactamente.

—Tampoco yo.

Iris está parada al lado del sillón, creo que igual de perdida que yo, sabemos que si algo peor hubiese sucedido con Iana, no sé qué hubiera hecho. La culpa sigue matándome lentamente.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora