Capítulo 31

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 Max detiene su coche frente a mí, con algo de prisa. Está comenzando a llover y no quiero mojar todos mis papeles y bocetos.

Le sonrío, me muevo rápidamente y me subo a su vehículo.

—Lamento llegar tarde —Es lo primero que me dice.

—Hola —lo abrazo levemente, dejo mis cosas en el asiento trasero y después acomodo unos mechones de cabello detrás de mí oreja—. No te preocupes, llagas bien. El cliente acababa de irse.

Max sonríe levemente, es una sonrisa que apenas puedo ver. Trae la ropa deportiva, se ve serio y pensativo mientras que conduce, y varias veces lo noto con la mirada fija en la luz de su teléfono que no deja de parpadear.

—¿Y a ti que te sucede? También estás extraño —murmuro por lo bajo y miro la ventanilla.

—Nada. Mi vida es un desastre.

Hago una mueca, lo miro una vez más y él hace lo mismo, pero me deja muy tranquila ver cómo me sonríe. Hace que el ambiente no sea tan tenso. Siempre es difícil hablar con Max, incluso para mí y para Alex.

—Verás que todo saldrá bien. Sé que serás el mejor.

—Lo único que quiero es renunciar a la empresa, saber que no le volveré a ver la cara a nadie de ese lugar, y quemar todas esas malditas camisas y trajes.

Me río un poco fuerte y él se detiene en un semáforo.

—¿Podría decir entonces que este es tu verdadero Max?

—Totalmente. Siempre fui esto.

Apoyo mi cabeza en su hombro por unos segundos y él besa mi frente hasta que tenemos luz verde.

—Sé que serás el mejor. Este será tu verano más duro porque tienes que empezar desde cero, pero lo harás bien.

—¿Qué hay de ti? —me interrumpe rápidamente. Ese es Max. Sólo me dice lo necesario, sin demasiadas vueltas y eso es algo que me sigue molestando porque adoro cuando logro sacar a ese Max real, dulce y tierno que no se avergüenza de hablar sobre cómo se siente, lo que le preocupa, lo que anhela...

—Bueno... —No sé qué decirle en realidad. Siempre nos vemos por una cosa o por otra, pero Alex siempre está con nosotros y no puedo decir cómo me siento realmente.

—No te gusta —asegura sin mirarme.

—La verdad es que no... —Admito muy bajo—. Le dije que sí porque me entusiasmaba verlo así de insistente y desesperado, pero esto de vivir juntos es... No me siento cómoda estando ahí.

Max frunce el ceño y por fin me mira.

—¿Qué significa eso?

—No lo sé, es extraño estar ahí todo el tiempo. Saber que es mi único lugar además del estudio... Es extraño que estemos todas las noches juntos, que despertemos así todas las mañanas, es... Me gustaba lo de antes.

—Explícate.

—Me gustaba estar en mi apartamento, con mis cosas, me gustaba extrañarlo, sentir eso, que lo extrañaba, me gustaba que tengamos planes... Ahora siento que no hay nada. Sólo estamos ahí. Él se va cuando debe hacerlo, yo también... E1stoy segura que sé que no es esto lo que quiero para nuestra relación y no sé cómo decírselo.

Max suelta un suspiro y después sonríe levemente.

—No te gusta eso del compromiso, de sentirte agobiada. Lo entiendo porque me pasa lo mismo, pero si no lo quieres hacer, no lo hagas. Regresa a tu apartamento y ya...

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora