Capítulo 5

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Alex me abre la puerta de su coche y yo siento que me derrito de nuevo cuando siento su perfume. Tiene un maldito perfume que huele a perfección y gloria. Este tipo me encanta, y odio que se me note tanto.

—Cinturón, Iris —me dice cuando se sienta a mi lado. Hago lo que me dice y él comienza a conducir por la ciudad. Se ve muy calmado y... sexy.

—Lamento lo que sucedió con tu novia —vuelvo a decir.

Me siento extraña y me sentiré culpable por mucho tiempo, lo sé.

—Aún sigo sin poder creerlo. Ella es tan buena en lo que hace... Sus diseños son impresionantes. Tiene talento y pasión... —dice pensativo, no despega su mirada del camino, pero noto que está desconcertado—. No comprendo cómo pudieron correrla así, por una simple cita con un cliente.

—Ella conseguirá otro empleo —aseguro—, ¿verdad? —pregunto no tan segura al segundo siguiente.

Alex suelta un suspiro y noto que ya no quiere hablar del tema. Miro por la ventanilla y estamos en el centro de la ciudad, pero en una de las zonas más excéntricas y refinadas.

—¿Comeremos pastel aquí? —pregunto cuándo estaciona frente a un imponente edificio que tiene una fachada bastante elegante, se ve inmenso y hay letras en grande que dicen "Queen Cakes"

—Espera... —digo viendo ese letrero otra vez. Recuerdo este lugar—. Mi tía Loren trabajaba aquí antes... —digo de manera pensativa, y luego la bomba estalla—. ¡Ay, por Dios! ¡La reina de pasteles es tu mamá! —chillo casi sin aliento y termino de relacionar todo. Las fotos de Alex con aquella mujer en una pastelería, eso de "Mi padre dice que la mujer que los hace es la mejor de todas"—. ¡Ella es tu mamá! ¡Oh, por Dios! ¡Ella es famosa! ¡Sale en televisión! —comienzo a desesperarme y luego me pongo nerviosa. Alex se ríe levemente y me mira divertido.

—Sí, la reina de pasteles es mi mamá.

—Ella tiene como tres pastelerías, es... ¡Es famosa! Claro... Las fotos de tu apartamento. ¡Sabía que la había visto en algún lado! —exclamo sin terminar de creerlo.

—Es sólo mi mamá.

Miro mi aspecto y luego me peino un poco con la mano. Soy un desastre andante y... moriré.

—No puedo conocer a tu mamá vestida así —le digo con temor y frustración.

Él pone los ojos es blanco.

—Iris, es sólo mi mamá, relájate. Entraremos a la cafetería, pero si ella no está ocupada con alguna cosa va a saludarme. No estoy seguro si la verás.

—Pero...

—No te pongas como loca. Muero de hambre, vamos.

Abre la puerta y antes de bajar se detiene y me mira.

—Ah, y... En el caso de que veas a mi madre, por favor, no le digas nada de lo que sucedió con Iana.

Oh, eso me toma por sorpresa. Frunzo el ceño y no puedo evitar hablar.

—¿Por qué?

Alex hace un gesto vago con la mano y busca la manera de explicármelo.

—Bueno... porque... Mi mamá es especial, y se pondrá a hacerme miles de preguntas, y la verdad que no quiero eso.

—Está bien.

Entramos a la cafetería y vemos a mucha gente dentro. Apenas hay una o dos mesas vacías y los meseros tienen una adorable playera color cielo con el logo del lugar y un adorable cupcake estampado.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora