Capítulo 45

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Mi madre, mi padre y Simón, llegan por ese pasillo a toda prisa. No tengo ni una sola palabra para decirles, no logro reaccionar, solo siento el abrazo de mamá, la preocupación de mi padre y esa mirada acusadora de mi hermano.

—Cariño... —susurra mi madre, acariciando mi espalda, haciéndome sentir un poco mejor.

—¿Y ella cómo está?

—Bien, papá. Le darán de alta por la tarde, pero... no sé nada más.

—Oh, cielo, lo mejor es que regreses a tu apartamento, trates de descansar un poco... Oh, podemos ir a almorzar, como en los viejos tiempos ¿Qué dices?

Odio ver esa mirada de súplica en ojos de mi madre, odio hacerla sentir así, pero mi respuesta es un no inmediato. Tengo que resolver esto, tengo que hablar con ella.

—¡Sabía que eras el responsable de todo esto!

Cierro los ojos y suspiro mientras que oigo los gritos de la madre de Iana, acercándose.

—¡Sabía que algo tenías que ver! ¡Siempre eres tú! ¡Siempre!

—¿De qué hablas, Sarah? —interviene mamá, colocándose delante de mí.

Debería decir algo, pero no, merezco cada uno de estos desastres.

—Nada, mamá. Déjame hablar con ella.

—¡Por tu culpa ella casi se mata! ¡Por tu culpa quiso suicidarse!

—¿Qué...? —grita mi madre con horror, mi padre sólo me observa y Simón niega levemente—. ¿De qué está hablando, Alex?

—Nada, mamá...

—¿Nada? ¿Tú crees que es nada? ¡Todo lo que le sucedió en estos años lo provocaste tú! ¡Solo tú!

—No, Sarah.

—¡Claro que sí!

—¡Todos estos años, lo único que hice fui cuidarla, dejar de vivir mi propia maldita vida para que ella esté bien!

—¡Esto es tu culpa!

—¡No! —exclamo de inmediato. No necesito de toda esta mierda ahora—. ¡Ella no está bien! ¡Desde el accidente de Ian no lo está! ¡Y tú, lo único que has hecho fue culparla por ello! ¡Evadir su problema como si no importara, y además de eso, culparme cada vez que algo sucede!

—¡Eres un desgraciado, arruinaste su vida!

—¡Eso no es verdad!—interviene mi madre, pero hago que se calle. Mamá no tiene nada que ver en este asunto, noto su confusión, las miles de dudas, pero no quiero que lo sepa. Ya no quiero dramas, ya no quiero gritos. Tengo que resolver esto con Iana, sólo con ella.

—¡Vives culpando a los demás de todo lo malo que sucede, pero la única que tiene la culpa aquí eres tú, Sarah! ¡Tú fuiste la primera en señalar a Iana como responsable de ese accidente!

Ella me mira con los ojos abiertos, la tomé por sorpresa, y creo que ahora logro entender por qué. No sé qué dije, no lo pensé demasiado, pero el silencio que se ha formado es incómodo, me mata lentamente.

—Quiero que tú y tu familia se larguen de aquí. Iana no quiere verte, nadie quiere hacerlo. Sólo vete.

Suelto un suspiro y siento como mi madre toma mi brazo.

—Vámonos, hijo.

Sigo a mi madre hasta la salida y cuando estamos todos en las escaleras, sólo los miro sin saber que decir. Creo que ni mi madre ni mi padre comprenden lo que ha pasado, pero no quiero dar explicaciones, no quiero hacer nada. Sólo quiero dormir por mucho tiempo, despertar y que todos los problemas hayan desaparecido.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora