Capítulo 26

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—¿Tienes hambre? —susurra mientras que juguetea con mi cabello.

Abro los ojos levemente y asiento. 

Estoy en el mismísimo cielo de nuevo, me siento agotada, tengo sueño, hambre... Es una mezcla extraña, pero no me puedo quejar porque a pesar de todo esto, estoy en el cielo.

Alex tiene una hermosa sonrisa, yo estoy sobre su pecho y sus brazos me rodean. La habitación huele a sexo, huele a él, a nosotros. Y no hay culpa, ni un solo gramo de culpa en mi interior.

Quiero esto, quiero esto cada vez más.

—Tengo que volver a casa, Alex... —susurro una vez más, pero a él no le importa.

—Son las dos de la mañana, no irás a ningún lado —asegura.

—¿Iré al trabajo mañana con la misma ropa?

Alex suelta un suspiro y me acomoda mejor para que pueda mirarlo. Este hombre es un Dios.

—Ponte el Gucci —sugiere con una sonrisa, y después aparta un mechón de mi pelo.

Sonrío con sarcasmo y niego un par de veces.

—Esto no pasará, Eggers.

Él vuelve a sonreír y francamente no sé muy bien por qué.

—Vas a quedarte de todas formas. En la mañana veremos qué hacer. ¿Quieres comer algo?

Niego y vuelvo a abrazarlo.

El calor de su cuerpo, el sentir su pecho, ver como se mueve cuando respira... Todo es perfecto.

—No quiero nada.

—Bien.

Los dos suspiramos y yo lo miro.

No puedo creer que esto está pasando, no puedo creer que esté en brazos de este hombre, que acabamos de hacerlo por tercera vez, no puedo creer que de todas las mujeres que hay en Londres, yo fui esa que lo enloqueció. Porque fue eso lo que me dijo más de tres veces en las últimas horas. Y no sé si eso es bueno o malo, la verdad.

—Podría estar así por siempre.

—También yo —me responde, mirándome a los ojos.

No, de verdad no puedo creerlo.

Pienso que voy a despertar en mi habitación, en esa cama incómoda y fría, en ese cuarto con las luces tenues y los muebles viejos, voy a despertar ahí y todo esto será un sueño más. Temo que solo sea un sueño más porque él me encanta, me hace cometer locuras, y me está volviendo loca también.

—¿De verdad no quieres comer nada?

Lo miro y niego un par de veces.

Él me acomoda en su pecho una vez más, yo suelto un suspiro, las luces de la mesita de noche se apagan y trato de dormir un poco.

Abro los ojos cuando el celular de Alex comienza a sonar. Frunzo el ceño levemente y él se mueve para apagar esa cosa.

Quito unos mechones de mi pelo, él mira la hora, me besa y se pone de pie.

—Son las seis. Me daré un baño, y te llevaré a tu casa.

Abro los ojos un poco sorprendida y lo miro.

—¿En serio?

—Sí, de verdad. Es lo mejor.

—Bien...

Él entra al cuarto de baño, la ducha se abre de inmediato y yo me pongo de pie, corro hasta la sala de estar y busco mi ropa.

De regreso a la habitación, me detengo en seco al ver todas esas fotos que están en el pasillo. Hay una foto con Iana, los dos están en el London Eye y se ven extremadamente felices...

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora