Capítulo 30

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Max juguetea con los lápices de mi escritorio mientras que yo termino de ver esos planos por segunda vez.

—¿Piensas demorar mucho? Tengo hambre.

Pongo los ojos en blanco, cierro el programa y me pongo de pie al igual que él.

—Seguiré con esa cosa después, no tengo cabeza para esto ahora.

—Como sea. Vamos a comer pizza.

La camarera deja las bebidas en la mesa y Max suelta su celular. Sé que quiere decirme algo, pero no sabe cómo.

—¿Y ahora qué pasó con la bailarina? —pregunto con una sonrisa. Me gusta molestarlo con eso, me relaja y hace que olvide todo este desastre.

Max hace una mueca y bebe su jugo rápidamente.

—Olvida eso. Es pasado.

—Seguro —respondo reprimiendo una risa.

—Ya lo superé. Fue solo una estupidez. El compromiso no es lo mío. Y esa mujer es solo un problema —asegura.

—Bien.

Tomo un pedazo de pan de queso mientras que esperamos la pizza y releo el mensaje de Kya una vez más. Es hoy, lo había olvidado por completo y no tengo cabeza para pensar en que haré o cómo reaccionar.

—La cena de Kya con el idiota de Michael es hoy.

Max deja el vaso lentamente sobre la mesa y desvía su mirada hacia otro lado.

—Kya es una niña. Tu padre no va a permitir esa locura.

—Tampoco voy a permitir esa locura pero... —suelto otro suspiro y coloco una mano en mi cara—. Tal vez estemos exagerando un poco, ¿no crees? Tiene diecinueve. A esa edad...

—Kya es una niña —vuelve a decir y me hace fruncir el ceño levemente. Lo miro unos segundos, él nota que hay algo que no me gusta, pero finge que nada sucede—. ¿Y la hippie? —pregunta rápidamente.

Otro tema que me genera dolor de cabeza. No sé qué decirle, no sé si debo decirle esto aún. Necesito un consejo, pero no sus consejos de mierda que hacen que cometa más estupideces.

A veces no sé de qué lado está Max y eso es agobiante.

—Nada nuevo. Lo importante aquí es Iana.

—¿Iana?

Asiento levemente y sonrío por primera vez en toda la mañana.

—Le pedí que se mude a mi apartamento y accedió.

Max parece sorprendido, yo sigo sonriendo porque pensar en ella me relaja y ayuda a olvidarme del resto de los problemas.

—¿De verdad?

Asiento una vez más.

—No me ha dicho nada...

—Apenas sucedió ayer en la noche. No lo sé, Max, pero siento que la necesito ahí conmigo.

—¿Aunque quieras acostarte con la hippie?

Suelto un suspiro y la sonrisa de mi rostro se borra de inmediato.

Max no me toca más el tema, yo tampoco lo hago. Ambos miramos el celular y esperamos a que la pizza llegue.

A veces tenemos ese tipo de momentos tenso y siempre lo mejor es fingir que nada sucede.

Llego a mi oficina y rápidamente Natalie me deja más papeles sobre el maldito escritorio.

—Tu padre quiere hablar contigo —me informa mientras que prepara el vaso con agua para que toma esa maldita aspirina.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora