Capítulo 49

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El reloj avanza, los segundos pasan y por dentro siento pánico. No he dejado de ver mi celular ni un momento y estoy segura que él vendrá. Tiemblo por dentro, estoy pensando las miles de cosas que le diré cuando lo vea, pero en realidad, ni siquiera sé cómo reaccionaré cuando lo tenga delante de mí.

Sé que ya han pasado casi dos horas desde la llamada, he tomado un buen abrigo del armario y sólo estoy esperando ese impulso, ese ataque de cobardía que necesito para salir de aquí.

—Mamá... —la llamo levemente y escucho como el grifo de la cocina se cierra.

No siquiera toqué lo que tenía en el plato, sólo miro el reloj de pared avanzar, luego mi celular, luego la puerta y el reloj una vez más.

—Tienes que estar tranquila, deben hablar —me sugiere en un tono muy calmado.

—No quiero verlo más, mamá. Dije que se acabó, y así debe ser.

Mi madre hace una mueca y pone los ojos en blanco.

—El muchacho debe estar volando hacia aquí, yo estaría preocupada por algún accidente y no por lo demás.

Entro en pánico al entender lo que ella quiere decirme, y eso no ayuda a toda la situación. Alex es un idiota, un idiota que mueve todo mi mundo y que no debería estar siquiera viniendo hacia aquí.

—No quiero verlo —aseguro de nuevo.

Miro el reloj, camino hacia la puerta y salgo de la casa rápidamente mientras que cierro mi abrigo y cruzo la verja del jardín delantero repleto de charcos con agua sucia.

Esto es como un círculo vicioso que no podré detener. Él aparecerá de nuevo y yo volveré a ser la misma estúpida de siempre. Y lo peor de todo es que antes no me importaba, sólo lo quería ahí.

Camino hasta el final de la calle, mis zapatillas se llenan de lodo y la leve llovizna moja mi pelo, pero cuando oigo ese ruido furioso del motor acercándose, sé que estoy completamente acorralada en esta esquina. No hay manera de poder evitarlo.

Me detengo en seco cuando el azul eléctrico captura toda mi atención, sólo lo veo venir a toda velocidad, y oigo el freno brusco a unos pocos metros detrás de mí.

Me vio, claro que me vio, y no me atrevo a voltearme para enfrentar todo esto que se viene.

Oigo como la puerta se abre y segundos después se cierra con un fuerte golpe, él está acercándose y mi corazón late con fuerza, dejándome sin reacción por unos cuantos segundos.

Sólo siento como su mano toma mi brazo y me hace voltear hacia su dirección.

Me encuentro con sus ojos desesperados y a la vez furiosos, la confusión me invade un poco más y después sólo siento sus boca sobre la mía.

Es el beso más extraño y desesperado que he recibido en toda mi vida, sus labios fríos y suaves junto a los míos, algo secos y maltratados...

No tengo ninguna otra reacción, sólo lo empujo hacia atrás y aunque él intenta no despegarse, vuelvo a forcejear y lo alejo de mí.

No debió besarme. Ahora me siento estúpida y sensible, quiero abrazarlo y estar ahí, sentirlo a mi lado, pero no.

—¿Qué demonios crees que haces? —cuestiono con rencor. Doy un paso hacia atrás y él da uno hacia el frente.

—¿Qué demonios crees que haces tú, Iris? —responde en el mismo tono cortante que el mío.

Puedo sentir esta tensión, con solo mirarnos puedo verlos todo y sé que esto será un maldito desastre.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora