Capítulo 53

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Sábado

Es extraño volver a sentir la corbata después de varios días. Me molesta el traje y ese murmullo no cesa ni por un instante. La fila para la entrada es algo larga, todos lucen de gala y todavía no he visto a mis padres aquí.

Leo cada uno de sus mensajes, de sus miles de súplicas, me pidió perdón miles de veces, y creo que esta es la única manera en la que puedo expresarme. Venir a su presentación de baile para que vea que a pesar de todo lo que ocurrió, ella sigue siendo mi princesa, mi niñita consentida y caprichosa a la cual amo.

No podré hablar sobre el maldito tema de Max, pero sé que ella espera verme sentado ahí, y quiero hacerlo. Jamás me perdí ninguna de sus presentaciones y no lo haré por causa de Max.

—Alex...

Oigo mi nombre detrás de mí, cierro los ojos y después sonrío porque esto debe ser mi imaginación, un muy mal chiste sin sentido.

Me volteo lentamente y lo veo ahí. Está de traje, nada especial, pero tiene su boleto en la mano y eso me enoja aún peor.

—No deberías estar aquí —aseguro con mala cara, y trato de no elevar el tono de voz, pero no puedo. Varias personas se voltean a verme y Max finge que nada sucede.

—Ella me quiere aquí, nos quiere a ambos.

—Tu... —Doy un paso hacia adelante para estar más cerca de su cara. Todo el buen humor que había logrado crear en el día se esfumó por completo. No puedo verlo, no puedo siquiera pensar en él y en Kya...

—¿Yo qué? —me interrumpe.

—Tú eres un maldito traidor.

Max suelta un suspiro, mira hacia otro lado por un instante y sonríe levemente.

Voy a golpear esa mierda de cara de nuevo, soy capaz de hacer cualquier cosa.

—No voy a pelear. Tengo un boleto, ella quiere verme ahí, y no me importa lo que pienses.

Un maldito impulso se apodera de mí cuerpo y en menos de un segundo, estoy tomando con fuerza de las solapas de su maldito saco negro. La gente percibió el alboroto, pero me importa una mierda.

—Llevaste a mi hermana a tu mugrosa cama, la estás ilusionando en vano, y en menos de un mes le romperás el corazón —aseguro, intensificando mi agarre.

—Tu hermana ya no es una niña. Sabe muy bien lo que hace.

—Eres un maldito cobarde. Tú sabías lo que debías hacer, sabías que te lo advertí.

—Suéltame. No voy a darte lo que quieres.

—Eres una mierda —contraataco.

—¿Por qué te molesta tanto que haya algo entre nosotros?

—¿Sucede algo?

Miro a mi derecha y tengo a uno de los tipos de seguridad tomando mi brazo, me mira de mala manera, pero no me importa. Lo único que quiero hacer es desaparecer de aquí. No me importa.

—No, nada sucede —aseguro, y lo suelto.

Jamás voy a poder entender cómo pasó esto, como no lo noté antes, jamás entenderé como él pudo hacerlo.

Tuvo su oportunidad dos veces, en dos ocasiones lo acorralé y le pregunté si sentía algo por Kya, y esas dos veces él se rio en mi cara y me dijo que estaba loco.

Tengo mil motivos para odiarlo, y para sentirme traicionado.

Bajo las escaleras de entrada y lanzo ese boleto azul y plateado al piso. Ya no lo necesito, ya no quiero estar aquí, y Kya lo entenderá. Ahora lo tiene a él ahí, yo no significó nada. Será sólo un lugar vacío.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora