Capítulo 46

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Acomodo toda mi ropa dentro de ese armario y nada parece llenarlo, es algo similar a lo que siento en este momento.

Más de una vez me digo a mi misma que debo estar feliz, que debo sonreír, que todo saldrá bien, pero sólo siento que son falsas sonrisas, y no es justo, porque de verdad debería estar disfrutando de este sueño, de esta realidad por fin.

—Espero que no te moleste —comenta Marga, la simpática mujer mayor que me recuerda a mi madre, que es la encargada de entrenarme en todas estas semanas de práctica y también la que será mi compañera de cuarto durante mucho tiempo.

—No, claro que no. Por mi está bien.

Ella sonríe y sigue sacando algunas cosas de su maleta, al igual que yo.

—Recién estás empezando, pero cuando lleves algunos meses como oficial podrás pedirle a la empresa una habitación para ti sola.

La miro rápidamente y espero más información. No me importa compartir este lindo cuarto de hotel cuatro estrellas, pero voy a pasar haciendo esto gran parte de mi vida, Voy a querer mi propia habitación.

Marga lleva aquí más de veinte años y yo recién voy por las primeras tres horas, y en esas primeras tres horas no me he sentido tan bien como debería.

—¿Qué más debería saber?

—Bueno, lo básico ya lo tienes, lo demás lo aprenderás con el tiempo. Pero siempre que te alojes en hoteles cinco estrellas... Cielos, no pidas habitación sola, créeme que te descontarán casi la mitad de todo tu salario. Es por eso que siempre comparto. Y es gratis.

Sonrío levemente y asiento.

Me cae bien, aprender junto a ella será divertido e interesante. Y admito que siento un poco de nervios.

Mañana es lunes, y es el primer día oficial de mis prácticas. Ocho horas diarias, y el resto para hacer lo que quiera, siempre y cuando tenga unos mínimos minutos para responder dudas de todos esos clientes.

Mañana recibiré al primer grupo en el aeropuerto, y me siento nerviosa.

—Bueno, yo tengo una pequeña reunión ahora sobre todo lo de mañana.

—Bien —respondo levemente, saco el uniforme del interior de la maleta, es lo primero que empaqué porque estaba aterrada de olvidarlo y es ahora lo último que me queda.

—Oh, llama a recepción y pide que te planchen eso para mañana. Y descuida, todo lo que sea servicio de lavandería es gratis para ambas. La empresa lo paga.

Miro mi uniforme y asiento. Ella me sonríe una vez más y después se va, dejándome completamente sola en la amplia habitación.

Suelto otro suspiro, camino hasta la ventana y observo la torre.

Sí, tengo la torre a sólo unas cuantas calles de mí, estoy en un excelente hotel, las luces de la ciudad parecen infinitas y puedo sentir ese aire diferente, ese viento fresco que me dice que de verdad estoy aquí.

No sé cómo reaccionaré cuando pise cada uno de esos lugares soñados por primera vez, pero quiero despertar y que esto comience oficialmente.

Busco mi celular dentro de mi bolso de mano y marco el número de mi madre. Camino de un lado al otro hasta que oigo su voz y logro sentirme un poco más tranquila.

—¿Cómo estás cariño? ¿Qué hora es ahí? ¿Cómo estuvo el tren? ¿Viste algo debajo del agua? ¿Y la torre que tal?

Me río levemente y niego con la cabeza.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora