Capítulo 34

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Max abre la puerta de su apartamento y rápidamente lo abrazo con todas mis fuerzas, oculto mi cara en su pecho y suelto un suspiro.

—No me esperaba ese abrazo —comenta con una media sonrisa.

Me río levemente y golpeo su hombro porque odio que me haga esas bromas y que me haga sentir así. Lo voy a extrañar.

—Lamento la demora. Estaba con un cliente.

Max asiente, me da la espalda y se dirige al refrigerador. Dejo mi bolso sobre su sillón, acomodo mi cabello de nuevo y me siento en el banquillo.

La maleta de Max está a un lado de la puerta, demasiado pequeña para una semana, al menos a mi parecer.

—De verdad vas a hacerlo...

—Sí, tengo que solucionar esto.

Él deja un vaso con jugo de naranja frente a mí y bebe un poco de la botella de agua que tiene en la mano.

—Espero que de verdad funcione, Max. Sé que si lo intentas, Alex no será impedimento para...

—Alex no es el problema, Iana —responde rápidamente y de manera seca—. Yo soy el problema, yo no estoy seguro de todo esto y... Ella está volviéndome loco.

Sonrío levemente y bebo del vaso. Tengo mucho que decir y no tenemos mucho tiempo.

—No arruines sus vacaciones. Disfruta con ella, solo inténtalo.

Max suelta un suspiro, hecha su cabeza hacia atrás y bebe otro poco de agua.

Me ofrecí a llevarlo al aeropuerto, y estamos sobre la hora.

—¿Nos vamos?

—Si... Max, espera.

Lo miro fijo y busco el coraje para hacerle esa pregunta. Mis manos están temblando, sé que enloqueceré en cualquier segundo, pero tengo que hacerlo.

—¿Qué sucede?

—Alex me envío flores, chocolates, me llevó a cenar todo este tiempo, se comportó como un príncipe...

—¿Y qué con eso?

—Voy a hacerte una sola pregunta y vas a responderme con la verdad —exijo, tratando de que mi voz no se apague.

Tengo los ojos llenos de lágrimas y no quiero hablar, no quiero, pero tengo que hacerlo.

—Iana...

—Él... —balbuceo y limpio mis mejillas—. Él está con otra, ¿cierto?

Max me mira, está sorprendido, no me responde, pero no necesito que lo haga. Ya sé la respuesta...

Su cara me lo dice todo.

Él se mueve hacia mí, me toma de ambos brazos y me abraza. Ya no aguanto las lágrimas, ya no aguanto esto que tengo en el pecho, es un dolor y un peso tan grande... Que no se van no importa lo que haga. Esta no soy yo y siento que jamás me sentí tan mal como ahora. Todo es un desastre, así de un segundo al otro, el amor que me mantenía fuerte y que me hacía meramente feliz... Ya no está.

—Iana...

—Sé que tu sabes algo y tienes que decirme —suplico tomando la tela de su camiseta de algodón gris.

Max tiene los ojos abiertos de par en par, se ve desconcertado, pero de todas formas sigo creyendo que sí, que tengo razón. Que él está con otra y que yo soy una estúpida, que se aburrió de mí y teme dejarme porque no quiere sentir culpa, porque es un maldito cobarde que asegura para sí mismo que acabaré con mi vida si él no está conmigo.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora