Le pago al conductor del taxi y después me bajo con algo de torpeza. Creo que todo el mundo acaba de notar que casi me caigo en la acera, pero trato de fingir que nada sucedió.
No hay lluvia, creo que mi cabello sigue bien, pero si hace un poco de frío y tengo esa chaqueta de jean vieja que fue lo mejor que encontré dentro del armario.
Observo el lugar por un instante, suelto un suspiro y camino con prisa hasta la entrada. Ahora sí me siento extraña, nadie me mira raro, el sujeto de la puerta me sonríe levemente y me deja pasar sin hacer preguntas. Dentro, me detengo en la recepción y el otro sujeto sólo me pide mi nombre, pero cuando digo el de Iana, no necesito más. Él me dirige hasta el otro extremo del lugar.
Cielos, se ve elegante y refinado, todo en madera y las luces son muy tenues.
Admito que creí que sería algo más exagerado, pero es uno de esos lugares relajados y tranquilos, que no dejan de ser costosos, pero que alguien como yo podría pagar la cuenta sin sentir dolor extremo.
El salón está lleno de gente, no veo a nadie conocido y por un momento creo que me metí en otro restaurante con otra cena de otra Iana, pero luego me detengo en seco cuando veo a todos ahí, sentados. Nadie me notó aún, pero al primero que veo es a Alex.
Está rodeando a Iana con el brazo y se ve aburrido. Ella habla animada, sonriente, y luego observo como el tipo de los músculos golpea levemente a Alex y ahora si él está mirándome.
—¡No puede ser! —chilla Iana lo suficientemente fuerte como para que sólo nosotros cuatro la escuchemos. Se pone de pie de inmediato y corre hacia mí con una amplia sonrisa, está sorprendida y yo quiero salir de aquí en este instante.
—Te ves fabulosa, Iris, por Dios... —susurra abrazándome. Sonrío levemente y cuando me aparto noto como Alex hace contacto visual conmigo. No hay nada en su cara—. Ven, mira, te guardamos lugar al lado de Max.
Oh, el tipo de los músculos se llama Max, y al sentarme a su lado me siento un poco más relajada porque su gran tamaño logra cubrirme a mí por completo del resto de la mesa con quince personas.
Estoy justo en la punta, tengo a Alex en frente y a Iana a su lado, frente al tal Max.
—Buenas noches —susurro por lo bajo, y los dos hombres responden de la misma manera.
Recuerdo que aún tengo mi chaqueta y me la quito lo más rápido que puedo, la dejo sobre el respaldo de la silla y Iana comienza a hablarme sin parar.
Hay unos cuarenta minutos que se me hacen eternos en donde todo es risa por parte de ellos, bebidas exquisitas y charlas sobre cosas que yo jamás podría pagar. Es aburrido, Alex sigue abrazando y besando a Iana cada vez que puede, y cuando Max me invita un trago, lo acepto sin dudarlo. Es el primero de la noche, de color rosa y bastante dulce.
—¿Tu novio no vendrá, Iris? —pregunta Iana cambiando el tema de conversación de un segundo al otro
Lo cierto es que no dije nada desde que llegué, y responder a eso ahora... No creo que sea una buena manera de empezar una conversación.
—Él no puede venir. Tiene trabajo —respondo brevemente y me sorprendo por lo haber balbuceando ni un poco está vez. Creo que es el alcohol.
—Pediré que nos traigan la entrada, entonces —responde Iana. Yo solo asiento y sigo escuchando más anécdotas de diferentes personas en la mesa.
Quiero largarme de aquí, este no es mi lugar, jamás lo será. Podría estar preparando la parte final de mi trabajo teórico, o leyendo... no aquí.
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ALEX - Deborah Hirt ©
Romance-¿Qué pasaría si te enamoras de alguien más estando "Enamorado"? - ella me preguntó esa noche, y desde ese momento sentí que ya no era el mismo. Sí te gusta esta historia, apoya al autor. Dale una estrella al capítulo, comenta, comparte... QUEDA PRO...