Capítulo 56

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Cuando Patrick me llama desde el vestíbulo, sólo me acerco a él con algo de prisa y le entrego toda la gran carpeta. Es mi día libre, mi noche libre, porque la excursión ya acabó, y sólo quiero descansar.

—Creo que salió bien.

—Sí, eso creo —respondo levemente, y miro hacia todos lados para ver qué Alex no esté aquí.

—¿Qué harás con tu noche libre? ¿Saldrás?

Él está mirándome de esa manera que no me gusta, me pone incómoda de inmediato y doy un paso atrás porque noto que él se acercó más de lo necesario.

—No lo sé. Estoy muy cansada. Mi cabeza va a estallar.

Patrick sonríe, es esa sonrisa algo maligna y que me estremece. No me gusta esto.

—¿Puedo invitarte a cenar? Pensaba ir al restaurante de la otra calle. Estoy harto de la comida del hotel.

—Gracias, Patrick, pero no —logro decir sin dudar. A él claramente no le gusta, pero me siento aliviada.

Me despido, él sólo me da algunas indicaciones para la excursión que tendremos por la mañana y eso es todo. Está de mal humor y ahora solo quiere verme desaparecer, lo sé.

Cuando llego al ascensor me topo con Alex, esperando. Admito que es algo frustrante verlo aquí, pero estoy cansada por el viaje, y él no tiene la culpa. Encontraré la manera de hacer que todo esto funcione. Él necesita disfrutar de esto también. Creo que los dos estamos sobrepasados de problemas y estrés, y esto debe ser bueno, no malo.

—Hola...

Él se pone de pie de inmediato y me abraza con todas sus fuerzas. Mi cabeza duele aún más al paso del tiempo, quiero darme un baño y dormir, pero Alex está aquí y aún no puedo creerlo.

—¿Estás bien?

Besa mi frente y yo asiento.

—Me duele la cabeza y sólo quiero descansar

—Pensaba invitarte a cenar.

Suelto un leve suspiro y lo miro. No sé qué demonios hacer, quiero decirle que sí a todo, pero de verdad me siento mal y quiero estar sola.

—Alex...

—¿En qué piso estás? —me pregunta rápidamente. Sé que lo hizo porque no quiere discusiones y francamente yo tampoco.

—En el tres —sonrío—. ¿Y tú?

—Suite presidencial, nena... —alardea, luego toma de mi cintura y me apega a su cuerpo cuando entramos al ascensor—. ¿Quieres conocerla?

Ahora me relajo un poco, dejo que me dé algunos besos y me siento mejor. Cuando nos detenemos en el tercer piso, lo llevo hasta mi habitación y él se pone cómodo en mi cama individual mientras que me quito el uniforme.

Sé que tengo que sacarlo de aquí o ni siquiera podré darme un baño.

—¿Mañana qué harás? —me pregunta.

Me quito los zapatos y los suelto con cuidado, luego acomodo mi chaqueta y me acerco a la cama para verlo.

—Tenemos una visita de algunas horas al Louvre —respondo sin ánimo alguno. Me lanzo a la cama y él me rodea con sus brazos.

—Suenas como si odiarás ir.

—Estuve ahí más de doce veces en un par de meses... Y sólo de pensar en esa escalera al bajar, ya siento náuseas.

Alex ríe levemente y yo escondo mi cara en su pecho. Sí, así es como quiero estar.

—¿Y si nos encontramos en una hora? Necesito hacer algunas cosas, y creo que tú necesitas un baño —aseguro.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora