Capítulo 15

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Espero impaciente a que la estúpida caja llegue, hoy no vengo retrasada, pero no quiero cruzarme con él.

El ascensor se detiene y al abrirse las puertas casi ahogo un grito al verlo ahí dentro, con ese traje perfectamente ajustado a su cuerpo, esa sexy mirada, y ahora esa sonrisita.

Hace que mis piernas tiemblen cada vez que lo veo, me pone incómoda una vez más.

—Buenos días, Iris.

—Buenos días —respondo mirando el suelo. No quiero verlo, no quiero verlo. Es mentira, muero por verlo, pero no debo hacerlo.

Él sale y yo entro. Trato de estar lo más lejos posible y él lo nota.

Oprimo el botón, coloco el estúpido código y miro a Alex antes de que las puertas se cierren.

—Iana está en casa —me dice rápidamente, y yo sólo asiento.

Llego al apartamento, dejo mi bolso de flores en el sillón y me detengo en seco al ver a Iana en el refrigerador.

—Bueno días, Iris —comenta buscando algo en el interior. Se oye de muy buen humor y la verdad que no tengo deseos de imaginar porqué.

—Bueno días —digo con la voz apagada de nuevo.

Ella está con esa camiseta blanca de algodón y la ropa interior en la parte de abajo, sólo la ropa interior. Se ve como las modelos de revistas, y yo creo que ni en un millón de años me vería tan perfecta sólo con eso.

—¿Desayunaste? —cierra la puerta del refrigerador y veo que tiene varias frutas y cosas vegetarianas entre manos.

Ese es el momento que reacciono y sé que tengo que ayudarla.

Tomo algunas cosas entre manos y las dejo en la mesada.

La verdad es que me gusta estar aquí sola, sabiendo que nadie me ve, que puedo hacer lo que debo hacer tranquila, pero hoy ella está aquí y la mañana se hará interminable.

—Voy a hacer una ensalada de frutas con avena y un poco de yogur, ¿quieres?

Balbuceo, la miro y asiento.

Me siento extraña. Y culpable, muy culpable por todo lo que está sucediendo.

—Sí, está bien —respondo luego de varios segundos. Ella se ve sonriente, relajada y puedo ver que esos cortes en su muñeca ya no se ven tan terribles como antes.

—Alex dejó la lista de cosas más importantes ahí, al lado del teléfono —me informa señalando en lugar con su mano. Después toma un cuchillo y empieza a cortar una manzana—. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Bien.

—¿Quieres sentarte mientras que preparo esto? Puedes hacer lo de la lista después.

Me siento como un robot, un robot culpable que hace todo lo que ella ordena o sugiere.

Me siento en el banquillo de la isla de la cocina y la veo cortar varios tipos de frutas en cubitos.

Iana me cuenta todo lo que hizo, incluso cosas que no me interesan. Desde su día de compras con Alex hasta cada mínimo detalle de la fiesta que tuvieron. La oigo atentamente y trato de sonreír en varias ocasiones, pero al mirarla sólo puedo hacerlo con vergüenza y lástima.

Alex será el tipo más malditamente sexy de todos, pero me decepcionó bastante.

Creí que él era imposible, pero no, es un hombre como cualquier otro que es capaz de hacer lo que sea por abrir piernas. Porque eso fue lo que me dijo. Él es uno más del montón, un idiota que no sabe lo que hace.

ALEX - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora