3: Ataque

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Se me fue el aire de tan sólo verlo, nunca me imaginé toparme justamente con él. Preferiría haberme encontrado con mi abuelo antes que a James, mi perfecto primo y orgullo de la familia Stone. Para empezar, él no debería estar aquí, se suponía que andaba en Colombia por razones que no me importaban, y ahora estaba aquí, ¿a qué hora llegó que no me enteré? En fin, tenerlo frente a frente no era nada bueno.

—Estoy enterado de lo sucedido —sonrió de forma encantadora.

Me agarró por el codo con brusquedad, obligándome a caminar a su lado. Noté las miradas de la gente, seguramente preguntándose qué hacía una zarrapastrosa como yo, con un chico tan guapo de pelo rubio y ojos azules que no pasaba desapercibido por nadie, bueno, ahora yo tampoco.

Di un gran mordisco a mi hamburguesa, llenándome la boca, seguía con hambre y debía tener algo en el estómago para que mi cerebro se despertara.

—No puedo creer que todavía tengas hambre sabiendo lo que te va a pasar —observó James.

No respondí, estaba muy ocupada masticando.

—De acuerdo, come, al fin y al cabo, es tu última comida —se detuvo, sin soltarme.

Me comí la hamburguesa sin prisa, quería devorármela, pero en vista de que James me observaba meticulosamente, decidí comer más lento. Podía ver como la desesperación empezaba a emerger en su mirada, como el ceño se le iba frunciendo, y yo, mastiqué con más lentitud el último bocado.

—Apúrate —dijo finalmente.

—Quiero otra —protesté, luego bebí mi refresco hasta sorber la última gota.

—Suficiente —me volvió a jalar.

Íbamos bajando por las escaleras eléctricas, y me di cuenta que la gente cercana a nosotros nos observaba.

—Si tan sólo fueras obediente como aq... —habló James y luego carraspeó volteando a ver a otra parte—. Si tan solo no desobedecieras, no te meterías en tantos problemas. Esta vez has logrado acabar con la paciencia de nuestro abuelo, Luna.

—Y dejar de hacer magia como la bruja que soy, nah —respondí con voz despreocupada, sin importarme que la gente cercana a nosotros nos escuchara.

James me miró con reproche y les echó una vista rápida a las señoras.

—Sí, somos brujos, los dos —les aseguré a las mujeres—. Cuando quieran le hacemos limpias y les decimos quién las tiene entregadas al diablo.

—¡LUNA! —Exclamó alarmado James.

Aflojó su agarre y en ese momento supe lo que tenía que hacer, no me dio tiempo de pensar la acción, simplemente me liberé y luego empujé a James por la escalera, me di la media vuelta y empecé a subir las escaleras, sabía que era algo estúpido, pero tenía que alejarme de James.

El aire que entraba por mí nariz no era suficiente, hacía a un lado a la gente para abrirme camino, escuchaba los gritos de James, me fijé por encima del hombro, viéndolo como luchaba también por seguirme, sí que se notaba enojado. Él no podía hacer nada, había demasiada gente como para demostrar su magia en público, y James era muy obediente en seguir las reglas.

Ya veía el piso a unos escalones más, cuando escuché varios gritos.

—No puede ser —hablé en un hilo de voz al ver a James flotando por encima de la gente.

—¡Tú vienes conmigo! —Gritó James, señalándome.

—¡En tus sueños! —Respondí, entonces empecé a descender por las escaleras.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora