40: Reencuentros

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Fue una larga pero buena noche. Encontramos un hotel modesto donde nos hospedamos y al fin pude darme un baño con agua caliente, algo que disfruté tanto que no quería salir de la regadera.

Había dos camas individuales en la habitación, así que una debía de dormirse en el suelo.

—En tus sueños que yo me duerma en el suelo, Luna —contestó Camila al ser la afortunada.

—Bueno, lo dejamos al azar y la suerte decidió —sonreí.

—No nos compliquemos, es simple —Mónica alzó ambas manos, cerró los ojos.

Escuchamos como algo caía en el cuarto continuo al tiempo que soltaron un quejido, mientras que frente a nosotras se estaba materializando una cama.

—Lo siento Ethan, pero Cami no va a dormir en el suelo —dijo Mónica de un modo travieso que nos causó gracia a Camila y a mí.

—No hay problema —respondió Ethan atravesando la pared y sobándose la espalda—, sólo que no me hubiera molestado que la pidieran antes de quitármela.

—Gracias, Ethan —Camila le sonrió.

—Es tarde y las visitas tienen sueño —le dije a Ethan.

—¿Qué? —me preguntó Ethan borrando su sonrisa.

—Gracias por prestarnos la cama, Ethan —Mónica se puso entre él y yo.

Creo que se dio cuenta que había algo de tensión entre nosotros, yo no podía olvidar lo que me hizo en la mañana y él se ha mostrado bastante serio e incluso indiferente conmigo desde hace rato.

—No hay de qué —respondió Ethan, antes de darse la media vuelta me lanzó una mirada que no le había visto antes.

—¿Es mi imaginación o Ethan parece molesto contigo? —cuestionó Camila mirándome a mí y luego a la pared donde él se marchó.

—Lo que sea que tenga, seguro se le pasará —respondí sin darle importancia.

Me acosté en la cama y me cubrí hasta la cabeza con los edredones.

No era imaginación de Camila, Ethan realmente estaba molesto conmigo y francamente no sé por qué, dudo que haya sido por el comentario que hice respecto a su participación en la batalla de Puebla, era bastante tolerable con esas bromitas, pero su actitud fue más distante repentinamente. No creo que se molestara por pagar las hamburguesas, Camila comió más que yo. La verdad, sentirlo así, me inquietaba más de lo que yo quisiera admitir.

• • •

El frío de la mañana fue el pretexto perfecto para levantarnos después de las diez de la mañana, aunque yo quería llevarme los edredones encima al restaurante del hotel.

Después de tomar el desayuno el cual estuvo delicioso, regresamos a la habitación para recoger nuestras cosas y Mónica regresó la cama al cuarto que ocupó Ethan y mi papá —me sorprendí de que Ethan estuviera en una sola pieza a pesar del enojo de mi papá, tal vez mi papá se aseguró que el pervertido no se me acercara—. Me senté en la orilla de la cama, preguntándome cuándo volvería a dormir en una, quién sabe que nos esperaba una vez que llegáramos a Nicaragua...

—Hey, princesa —Camila pasó su mano frente a mis ojos—. Vámonos, tenemos que dejar el hotel antes de las doce.

Asentí, tomé mis cosas y fui la primera en salir, encontrándome directamente con Ethan, él sólo me dedicó una fugaz mirada antes de echarse a andar por el pasillo. ¿Qué le estaba pasando?

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora