8: Recuperando la esperanza

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Respingué al darme cuenta que Iván regresaría pronto y yo estaba como gusano.

Me pasé los dedos sobre mi pelo y sentí asco al sentirlo grasoso y grueso, entonces me pasé un poco para verlo y ¡qué horror! Estuve cuatro días inconsciente, me robaron la magia y mi abuelo no tuvo un poquito de consideración hacia mí para darme un remojón de agua, aunque fuera. Estaba muy sucia, mal oliente —maldito Samuel—, y la piel más gruesa y rugosa a causa de la mugre.

Antes de ponerme ropa limpia, yo debería de estarlo.

Estaba pensando en cómo no verme como una pordiosera cuando la puerta se abrió dejando ver a Iván con la ropa limpia, mis labios se curvearon hacia arriba al instante. Creo que estoy sonriendo como boba.

—Entonces ella es Luna —escuché una agradable voz de chica que provenía atrás de Iván.

Llevada por la curiosidad estiré el cuello, lamentándome que Iván fuera alto y cubriera la puerta.

Atrás de él apareció una chica rubia de cabellos largos y ondulados que se retenía en una diadema violeta, cabe destacar que es muy bonita.

—Soy Elizabeth, pero me puedes decir Lizzie —quería darme la mano, pero casi hace que se le cayera la charola que llevaba un cuenco de madera con sopa y un plato con pasta.

El agua apareció en mi mesa.

—Hola, Lizzie —le respondí tomando la charola.

Al voltearme después de dejar la charola sobre la mesa, mi corazón se paralizó unos segundos cuando vi a Iván tomando por la cintura a Lizzie.

Demasiado rápido me ilusioné, y la vida me estaba dando patadas en el vientre con toda su maldita fuerza.

—Gracias por la comida y la ropa —dije con amargura, me sentí mal y querían que se fueran de inmediato, de por sí mi cueva era pequeña y con ellos adentro, resultaba asfixiante.

—Tenemos un lugar donde puedes darte un baño —mencionó Lizzie muy amable.

He de apestar tanto que el hedor seguro llega hasta la entrada del viejo motel.

—No está lejos de aquí. Yo puedo llevarte después de que hayas comido —se ofreció la chica.

Estaba molesta, ya no me importaba estar así de asquerosa.

—Gracias, puedo ir sola. Voy a comer si no les importa —dije, irritada no tenía por qué guardar mi sentir y lo notaron.

Lizzie pareció avergonzase por su comentario y musitó un «disculpa» e Iván se sorprendió ante mi reacción, creo que acaba de darse cuenta que en mis venas no corre la amabilidad y nunca correrá. Los dos salieron y cerraron la puerta.

Empecé a comer, aunque tenía hambre, la comida me sabía a tierra y el olor era idéntico a agua estancada. La pasta no era de mi agrado, y traté de comerla, pero me resultó tan difícil de engullirla porque se me figuraron como largos gusanos.

Ya no me cupo más, dejé más del setenta por ciento de la comida y lo único que sí me tomé fue el agua.

Salí de mi cueva "pintoresca" ahora que la veo desde la entrada, las luces y la flor la hacen ver más tétrica de lo que en realidad es. Ojalá pudiera quitar eso o pedir cambio y que mi cuarto se lo den a Lizzie, a ella seguro le va a encantar.

• • •

No fue tan complicado llegar al lugar donde se toma el baño, era un estanque de agua turquesa y en las orillas había espuma blanca. Al meter mi pie el agua tibia, una ligera corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo causándome un agradable cosquilleo. Antes de quitarme la sabana miré a todos mis lados, tanto arriba como abajo por si había un fisgón pervertido y no me voy a arriesgar. Al ver que el lugar estaba despejado proseguí a quitarme la sabana y me metí rápidamente hasta zambullirme completamente. Abrí los ojos bajo el agua y era un espectáculo visual, colores verdes y azulados danzando ante mí. Cuando saqué la cabeza pensé que vería toda la mugre como petróleo sobre el agua, pero no. Mi piel volvió a tener una tonalidad más clara que la que exhibía hace rato. Mi cabello ya no se sentía grasoso y grueso, ahora estaba limpio.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora