39: De regreso a la civilización

221 32 128
                                    







Escuché un ruido poco claro, no le presté importancia, me encontraba tan cómoda durmiendo que no me apetecía siquiera abrir los ojos. Estaba calentita, claro que no me iba a despertar porque alguien me dio un pequeño golpe en la espalda, pero cuando era uno tras otro me estaba fastidiando, luego escuché que se aclararon la garganta con más fuerza.

—¡¿Qué diablos quieres?! —pregunté con todo el buen humor que me caracteriza cuando alguien me despierta en la mañana.

Era mi papá que se me quedaba viendo de mal modo, estaba en una pose de molesto, con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados, no sé porque se enojó si yo era la recién levantada. Hasta que oí un suspiro y volteé lentamente a mi lado, encontrándome a Ethan... ¡Me dormí con él!

—Aaaahhh —grité, apartándome rapidísimo de él, mi cara me ardía y la vergüenza me estaba consumiendo.

—Luna, ¿quieres explicarte? —me preguntó mi papá con una voz más gruesa de lo que estaba acostumbrada a escucharlo.

Miré a Mónica y a Camila, las dos riéndose como bobas, mirándome.

—Yo... este, él... verás... Alokh... —en serio que no sabía cómo explicarle a mi papá lo que sucedió a noche, entonces busqué a Alokh—. ¿Y el hada?

—Oh, está aquí —Mónica señaló su hombro y en él se encontraba el hada en su forma minúscula.

—Luna, sigo esperando tu explicación —exigió mi papá.

Sería un milagro que no me empezara a dar de nalgadas frente a todos.

—Sí... bueno... es que anoche tuve una pelea contra Alokh, y luego Ethan despertó y se pelearon... —empecé a relatar lo sucedido, estaba a punto de decir que Alokh vio mi pasado cuando Ethan despertó soltando un sonoro bostezo.

—¡Ah qué bien que dormí! —exclamó muy contento, colocándose a mi lado y poniendo su brazo sobre mis hombros—. Fue lindo que te colaras en mi manta, Luna, no sabía que fueras tan friolenta.

La cara la sentía tan caliente que bien podrían freír huevos sobre ella. ¡Ese desgraciado de Ethan, lo voy a matar! Me le tiré encima a punto de darle unos puñetazos en la cara.

—¡Eres un hijo de...!

—¡Luna! —gritó mi papá—. ¡Ese no es el comportamiento de una señorita!

—Me vale el comportamiento de una señorita, papá, a este desgraciado ¡yo lo mato! —grité ya a punto de que mi puño chocara contra la nariz de Ethan, pero mi papá me detuvo, me obligó a levantarme y para mi sorpresa, ayudó a Ethan a incorporarse.

—¿Qué? —musité sin poder creer que mi padre tuviera mayor preferencia por ése aprovechado que por su hija.

Y le soltó un tremendo puñetazo a Ethan que hasta lo hizo caer al suelo.

—Por muy guardián que seas de mi hija, ¡no voy a dejar que te aproveches de su inocencia! —le advirtió Thomas a Ethan.

De repente se soltó una carcajada que me hizo ver a Camila riéndose con tanto gusto que empezaba a contagiar al hada —tenía una vocecilla muy aguda como el de una campanita que es lo que me hizo gracia—, y luego a Mónica.

—Luna inocente —repitió Camila entre bufidos por la risa y me señalaba.

Eso ya no me hizo gracia.

—Ay, pero ¡qué buen chiste! —Camila se quitó una lagrimilla y todavía se pasmaba por la risa—. Fueron cinco largos años sin verla, señor Thomas.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora