Miré la tierra y piedra regada por el lugar, sería difícil invocar un poder tan grande que me permitiera removerla y hacer que regresara al hueco para taparlo y enterrar a esas malditas criaturas infernales.
—No sabía que tuvieras tendencias suicidas —habló Samuel colocándose a mí lado.
—¿Qué? —lo miré, estaba sucio y tenía sangre impregnada, se notaba cansado.
—Si quieres te doy un empujón —sonrió de una forma que me agradó.
—No quiero morir sin antes haber conducido un Ferrari —le contesté, sonriendo también.
—Lo más cercano que estás a conducir es el vochito —señaló hacia atrás.
Mi cerebro retumbó al instante de ver el viejo Volkswagen, luego miré el hueco, sería perfecto como tapón del hoyo y así usaría menos tierra y piedra.
—¿Sabes conducir? —le pregunté a Samuel.
—Sí —se desconcertó por mi pregunta.
—Bien, porque yo no sé —confesé, no es algo que me avergonzara, aunque mi primo Andrew que tiene diez años ya sabe conducir.
Le expliqué rápidamente mi plan, se sorprendió al escucharme, pero mostró una sonrisa de lado, luego se fue directo al vehículo.
—Ethan se va a morir después de esto —pensé en voz alta.
Mientras me encargué de hacer caer las criaturas que estaban a punto de salir del hoyo, aprovechaba cuando estaban en el aire para regresarlas a su dulce hogar. Era escalofriante pensar que esos fenómenos intentaban tener una vida humana, y resultaba perturbador imaginárselos tomando el desayuno mientras papá monstruo tomaba café y leía el periódico, así como mamá monstrua cocinaba unos huevos —quiero imaginar que son huevos y no ojos humanos—, y el niño monstruo comía de su cereal y tenía puesta una gorra de béisbol, todo muy cotidiano para ser representado en un comercial familiar. Agité la cabeza, tenía que concentrarme meterlos de nuevo a su hoyo.
—Bien, aquí lo tienes —Samuel dejó el coche lo más cerca del hoyo.
—Enciéndelo —le dije sin mirarlo, estaba ocupada lanzando a una de esas cosas.
—Está encendido.
—Con fuego —esta vez me molesté en voltear a verlo.
—¿Alguna otra cosa? —interrogó Samuel como si fuera lo más común.
—Pon música... rock del bueno —sugerí.
—Bieeeeen —Samuel regresó al vehículo.
De pronto la música resonó en la carretera a todo volumen, el sol ya se estaba asomando, coloreando el cielo de un rojo fuego que le daba más impacto a la canción que estaba sonando en la radio el coche.
Aquella canción detuvo el combate, todos estaban sorprendidos, incluso algunas criaturas empezaron a cubrirse sus agujeros que fungían como oídos.
Y cómo si se tratara de la más espectacular presentación del grupo, las llamaradas se alzaron varios metros de un rojo vivo que rugía furioso y la canción seguía sonando a todo volumen.
Highway to hell. ¿Había una mejor canción para ése momento? No.
Aprovechamos que las criaturas estaban siendo torturadas por una de las mejores canciones de rock y me uní a Samuel para hacer levitar el Volkswagen, era impresionante como flotaba envuelto en unas furiosas llamas. Sentí que mi cuerpo era aplastado y que mis pies se hundían en el asfalto por la fuerza que ejercía para sacar mi magia y mover el vehículo. Lo único que estaba en mi mente, era que ese coche terminara en el hoyo. Con mucho esfuerzo, Samuel y yo logramos ponerlo justo arriba de la apertura, nos miramos sólo para coordinar nuestro próximo movimiento y asentimos como si estuviéramos conectados. Dejamos caer nuestros brazos y el coche terminó cayendo por el hoyo, arrastrando a esos seres consigo. Ver el fuego iluminar el túnel y que había más criaturas saliendo como si se tratara de larvas de cucarachas me causó tanto asco que casi vomito.
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Luna Blackwood: Una Bruja Rebelde
FantasyLIBRO I Luna es una bruja de diecisiete años que se caracteriza por ser alguien indiferente a lo que le rodea, sin tener el mínimo interés de socializar con las personas ni tener cariño hacia su propia familia, de hecho, odia a su familia, pues le h...