42: La guardiana del templo

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Una tela dorada se interpuso entre mis amigos y yo, miré a Mónica en pose de haber sido ella la causante, no dio una explicación al respecto, sólo me jaló hacia la entrada de la pirámide, obligándome a correr con ella.

—¡No podemos dejarlos solos! —grité.

—Por eso vamos por ayuda —respondió Mónica sin dejar de correr y sin soltarme.

Mónica se detuvo cuando topamos con un área donde estaba sellada con unos barrotes de metal y había letreros que anunciaban la prohibición de paso. Caminó hacia el otro extremo y también estaba cerrada.

—Mónica, regresemos, tenemos que luchar con ellos —pedí entre jadeos.

—¿Sentiste el poder de ese sujeto? —preguntó de pronto.

Abrí los ojos como platos, ella también sintió el poder que ése hombre desprendía. Asentí.

—Necesitamos ayuda para enfrentarnos a ése hombre... me dio terror —el miedo lo reflejó en su mirada.

—Pero no hacemos nada quedándonos aquí, busquemos la forma de como contactar a mi abuela y a los otros —inquirí apresurada.

—En dado caso que pudiéramos, tardarían mucho en venir ayudarnos. Alokh en cambio, está más cerca, me dijo que si necesitábamos ayuda, no dudáramos en pedírsela.

—Entonces hazlo, dile que se dé prisa y si es necesario que traiga a un ejército de hadas, sólo espero que no les dé por venir en tamaño miniatura...

—¡Luna! —Mónica me agarró por los hombros y me obligó a mirarla, era la primera vez que me hablaba con dureza—. Tenemos que encontrar el portal primero para que logre comunicarme con él

—De acuerdo, tan sólo busquemos el dichoso portal —dije al cabo de unos segundos una vez que dejé de respirar agitadamente.

—El problema es...

Formé esfera azul eléctrico en mis palmas de las manos, disparé primero una y luego la otra, la energía fue abrazando los barrotes hasta deshacerlos como si fueran de papel.

—Vámonos —incité decidida, siendo ahora yo quien le tomó la mano.

—Espera —me detuvo y apretó con fuerza mi mano—. Tenemos que separarnos, el portal es un emblema de la antigua cultura Choluteca, dice que, al momento de verlo, nos daremos cuenta que se trata del portal...

—No, por favor, no nos separemos, vamos juntas —rogué, aspiré tanto aire que se me hinchó el pecho—. Tengo miedo de estar sola, y más cuando nos encontramos dentro de una pirámide tan antigua que destila tanta vibra indefinida.

Mónica hizo un mohín, no supe cómo interpretarlo.

—Encontraremos el portal, Luna —puso su mano sobre la mía.

Sentí un agujero en el estómago.

—Juntas —añadió.

Ay, me dieron ganas de reprenderla por haberme hecho sufrir por unos segundos.

Corrimos a todo lo que las piernas nos daban, fuimos muy precavidas cuando llegamos a unas escaleras que se encontraban casi en ruinas, descendimos apoyándonos de las paredes. Gracias a las mariposas de luz que iluminaban el camino no nos fuimos de boca y rodando. Estuve a punto de besar el suelo si no fuera porque Mónica me sostuvo justo a tiempo. Llegamos a un pasillo alto como de dos metros, olía bastante a humedad y tierra, también estaba frío. Iba a decir algo, pero algo dentro de mí me dijo que mejor me quedara callada.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora