30: Despedida

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—¡Quítamelo! ¡Quítamelo! ¡Quítamelo! —grité desesperada por la horrible sensación, como si me hubiera desollado la espalda y estuviera mi carne expuesta a la que le echaban agua caliente con ácido, sal y chile.

El tiempo que duró fue una tortura peor que las medievales, sufrí como nunca y me arrepentí todo lo que había hecho en mi vida, incluso hasta de respirar. Vi mi vida pasar frente a mis ojos.

Dejaron caer algo suave y ligero, muy fresco que calmó mi dolor e incluso dejé escapar un suspiro, dejé caer la cabeza sintiendo la humedad de mis lágrimas que dejó en la almohada que se absorbieron tal cual algodón. Apenas me percaté que Mónica estuvo ahí todo ese tiempo infernal, agarrándome de la mano, noté que conservaba una mueca de dolor en su rostro, creo que le apreté muy fuerte inconscientemente. Cuando me vio, me sonrió entre una mezcla de dolor y dulzura. Yo en su lugar hubiera echado maldiciones.

Romina se me acercó y me puso un trapo en los labios, olía a mentol y me dijo que lo absorbiera, así lo hice, el fresco inundó mi organismo e hizo que a los pocos segundos sintiera el peso en mis parpados, quedándome dormida al poco rato.

• • •

Habían pasado varios días desde que desperté, de algún modo estaba mejor, al menos ya consentía tela sobre mi espalda, no estaba tan sensible y ahora me encontraba en la orilla del lago, contemplándolo. Era temprano, tanto que apenas se atisbaba los colores del amanecer despejando un poco la oscuridad de la noche a punto de terminar.

Resultó que estábamos en una cabañita en un bosque en una parte de México, un lugar bastante fresco y relajante. No he cruzado palabra con Ethan, porque me evadía, creo que ya sabe que sé que él me dio su última vida, y es que quise saber más al respecto, le pregunté a mi abuela si sabía algo sobre la última vida de Ethan, pero ella tampoco fue cooperativa conmigo. No lo sabré hasta que Ethan se digne a hablar conmigo.

Me enteré que Iván desapareció después de atacarme, Erika resultó herida por culpa de una de esas criaturas y se marchó al poco tiempo que se recuperó, claro, lo hizo antes que yo y pidió que me dieran sus disculpas, yo no tenía nada que disculparle a ésa mujer, después de todo, quien me lastimó de gravedad fue su hijo. Ella se fue con algunos pocos sobrevivientes y que todavía seguían viéndola como la jefa, al menos todavía había algunos fieles entre su grupo. De los desgraciados que quisieron traicionarla, varios murieron y otros huyeron como las escorias que son.

Camila prefirió quedarse con nosotros, a pesar de que había perdido un brazo, seguía siendo igual como si lo de perder una extremidad fuera lo más cotidiano del mundo, algo que muy en el fondo le admiraba, yo creo que me hubiera tirado de un puente si me encontrara en esa circunstancia. Mónica, ella también decidió quedarse conmigo, y Erika lo aceptó sin cuestionar a pesar de que se trataba de su sobrina, supo respetar su decisión. Habían sido días tranquilos, donde lo único que me martirizaba era el sueño donde recordé lo que realmente pasó el día que ataqué a esa gente. No fui yo.

Ir a pensar frente al lago durante las mañanas me había ayudado a tranquilizarme y pensar claramente, sin embargo, me surgían más dudas que al principio y en verdad quería saber por qué James me hizo eso haciendo que mi abuelo me quitara una parte de mi magia. Pensando en el abuelo, me hizo replantearme el sentimiento que él tenía hacia mí, las palabras que le dijo a Ethan respecto a que yo era el más grande tesoro que le dejó mi mamá... creo que mi abuelo me quiere, a su manera, pero entonces... ¿por qué me quitó toda la magia?

Lancé una piedra al agua haciendo que se rompiera la superficie y se dibujaran ondas, jugué un poco manipulando el circulo y convirtiéndolo en diversas figuras geométricas. Era un asco en geometría y, aun así, me gustaba la materia. Me gustaría regresar a la escuela...

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora