Fuera lo que estaba ocurriendo, era bastante alarmante. Recorrimos sólo un poco y se escuchaba un gran arguende. Un tipo enorme nos bloqueó el camino, y juro por Dios que se me heló la sangre por el susto. Ese hombre tenía que estar encorvado para no golpearse con el techo, y es que el techo no era muy alto, he de confesar que en algunas partes yo también tenía que andar agachada.
—¿Dónde está mi hija? —exigió saber el sujeto, poseedor de una voz gruesa a pesar de que habló casi en un susurro.
—Está con mi madre, en su cuarto —respondió mi padre, tranquilo.
No necesité preguntar quién es el tipo. Mi tío que no sé su nombre y padre de Esmeralda.
Escuchamos unas explosiones que hicieron cimbrar el lugar a tal punto que nos recargamos en la pared, el gigante se golpeó la cabeza y Mónica terminó sobre mí.
—¡Llévate a las chicas contigo, tienen que ir a la zona! —gritó mi papá.
Su voz estaba cargada de angustia. Me tomó por los hombros y luego me abrazó.
—Te amo, hija —me dijo al oído.
En ese momento mi corazón se estrujó de una forma alarmante y por consecuencia un nudo horrible se formó en mi garganta. ¿Por qué lo sentí como una despedida? Él se separó de mí, sólo para volverme a mirar de una forma que causó que mis ojos se humedecieran.
—Avísale a cuanto chico te encuentres que tienen que ir a la zona. Ustedes son nuestra esperanza —expresó con una voz forzadamente en sonar tranquila, pero sabía que él no estaba para nada tranquilo.
Yo quería decirle que no fuera, que se quedara conmigo, pero el maldito nudo no me dejó emitir sonido alguno.
El gigantón me agarró de la muñeca, yo estaba poniendo tanta resistencia posible que ni cuenta me di que también Mónica me jalaba, hasta que el hombre me tomó por la cintura y me cargó en su hombro. Miré a mi papá despedirse de mí con la mano antes de irse y perderse en el otro pasillo. Yo pataleé y golpeé al sujeto para que me soltara, pero él parecía no sentir mis furiosos golpes. Mónica venía pisándole los talones.
Otro fuerte estallido sacudió los pasadizos e incluso nos cayó algunos granitos de piedra del techo. El impacto detuvo al gorila que me bajó, momento que aproveché para liberarme de él y correr. Había perdido a mi madre, no pensaba perder a mi padre.
—¡Luna! —me gritó Mónica cuando su mano apenas y rozó mi muñeca.
Estaba segura que utilizarían su magia para detenerme por lo que al primer pasadizo que vi, me di la vuelta y continué corriendo. No sería difícil encontrar el lugar donde estaban sucediendo los ataques.
Me detuve cuando bajo mis pies todo se movió y el sonido de una detonación fue tan fuerte que me tuve que cubrir las orejas.
Aspiré hondamente antes de volver a correr hacia el lugar.
Lizzie e Iván venían hacia mí, por lo que me detuve, alarmada de que intentaran detenerme y es que los dos me bloqueaban el paso.
—Tenemos que irnos de aquí —dijo Iván que tomaba a su novia de la mano.
—Bien, yo no les estorbo, váyanse —respondí y me pegué lo más que pude a la pared para darles paso.
—No, Luna, tú debes venir con nosotros —Lizzie me tendió la mano.
Miré su mano y negué con la cabeza. De ningún modo iba a dejar a mi padre solo.
—Es una orden de mi madre —Iván me miró fijamente de una forma como diciendo que ahora él era el jefe.
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Luna Blackwood: Una Bruja Rebelde
FantasyLIBRO I Luna es una bruja de diecisiete años que se caracteriza por ser alguien indiferente a lo que le rodea, sin tener el mínimo interés de socializar con las personas ni tener cariño hacia su propia familia, de hecho, odia a su familia, pues le h...