26: Hasta mi último aliento

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Solo tenía que encontrar a alguien menos ocupado que pudiera cuidar de Mónica. Mi vista periférica captó a mi abuela, pero ella estaba haciendo una protección para cuidar a los niños de aquellas criaturas, las cuales rebotaban cada vez que intentaban atravesar aquel campo, además de que recibían descargas eléctricas. Ethan, continuaba peleando contra esas criaturas que se encontraban cerca. Eran demasiadas de esas asquerosas cosas y pude percatarme que causó una baja considerable de los brujos. Una imagen la cual esperaba eliminar de mis recuerdos en poco tiempo, de lo contrario tendré pesadillas por el resto de mi vida.

Atisbé a uno de esos seres en el aire no muy lejos de mí y localicé a Camila que yacía en el suelo, agarrándose de un brazo que le sangraba y encima de ella a muy poco de ser atacada por esa cosa. Moví mi mano izquierda como si estuviera lanzando algo, pero en realidad es un ataque de aire con el cual logré desviar a la criatura y que no atrapara a Camila. Ella se dio cuenta que giró a verme, frunció el ceño, y como pudo se levantó, le lanzó una bola de fuego a una de esas bestias, chamuscándole el pecho mientras que Camila corrió hacia mí, no estaba muy alejada.

—No te pedí que me salvaras —me reclamó, todavía tenía la voz ronca.

—¿Y quién dijo que te estaba salvando a ti? —repliqué, fruncí el ceño—. Evité que esas criaturas murieran de una indigestión después de comerte.

A pesar de mi respuesta, Camila esbozó una pequeña sonrisa.

—Cuida a Mónica, haz un campo de protección —le pedí, no estábamos para pelearnos por cosas tontas y el tiempo apremiaba—, pero sí se te ocurre aprovecharte del momento y llevártela, yo misma te ofreceré con esas cosas y las ayudaré a hacerte carnitas, ¿entendiste? —advertí.

Camila asintió, se sentó al lado de Mónica y colocó la cabeza de mi amiga en su muslo para que reposara, al menos vi algo de respeto por parte de Camila. Luego la chica cerró los ojos y alrededor de su cuerpo se iluminó por una luz plateada que se fue expandiendo y dibujándose un circulo alrededor de ellas que refulgió por unos segundos, era un escudo invisible.

—No tardes —habló Camila y me miró.

Entendí que ella tampoco tenía suficiente fuerza para mantener aquel escudo por mucho tiempo, porque requeriría toda su magia y concentración. Asentí y no tuve que avanzar tanto para encontrarme de frente a una de esas criaturas, y en particular, uno muy grande, y el más deforme que he visto, porque tenía una joroba prominente y hacía parecer que su cabeza saliera del pecho, lo más desagradable era escucharlo respirar como si tuviera graves problemas de respiración y necesitara de un tanque de oxígeno urgentemente. Sentí que esa cosa sabía que yo era su contrincante y estuviera esperándome desde hace mucho tiempo.

Agité mis dedos levemente y la magia respondía a mis movimientos. Miré que alrededor de las yemas flotaba un vapor azul brillante, y luego visualicé a mi horrible contrincante.

Aquella cosa lanzó un alarido de guerra, un sonido tan horrendo que estoy segura hubiera roto cualquier cristal. Corrió hacia mí, era impresionante lo rápido que lo hacía, no me creía que a pesar de ese cuerpo tan amorfo y su agonizante respiración pudiera tener tanta agilidad. Levanté mis manos a su dirección, el humo azul salió disparado hacia esa cosa, envolviendo su cuerpo.

Quedó suspendido en el aire, unos valiosos segundos que tenía que saberlos aprovechar antes de que se descongelara. Aspiré tanto aire como pude y me concentré en volver hacer el hechizo que le dio fin a la bruja. Había ocupado bastante poder hace rato, no tendría el mismo impacto, pero con que dejara fuera de combate a esa cosa, era ya suficiente.

Las columnas que salieron de mis manos ya no tenían ni la altura ni el color tan intenso como las primeras, ahora lucían de un gris levemente oscuro y de un color lila casi pastel; y su altura fue casi de un metro. La criatura empezaba a moverse en el aire, ya no me quedaba mucho tiempo para lanzarle el ataque, volví a hacer esa pose tan incómoda, ahora era la luz lila la que se iba enroscando en la columna gris. El humo azul se estaba desvaneciendo, sólo un par de segundos y tendría esa cosa encima de mí, devorándome la cabeza. Estaba por lanzar mi ataque cuando sentí que algo desgarraba mi piel por la espalda, perdí toda la concentración y las columnas desaparecieron al instante, caí de costado y la criatura que mantuve en flotando cayó, cortando el aire con sus garras, de haberme quedado parado, me hubiera despellejado el rostro. Noté que había otra criatura a quien le escurría sangre de sus filosas y largas uñas, sangre que estoy segura era mía.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora