44: El otro guardián

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Moví la mano derecha hacia arriba lentamente, la fuerza que hacía era equivalente como levantar diez kilos, apreté los labios y me concentré en ello. El concreto empezó a agrietarse en forma ovalada mal cortado, se fue elevando dejando ver pedazos de varilla. Lo dirigí directo hacia ese tipo, que al estar concentrado en hacer su ataque contra Ethan no se percató de mi presencia ni de mi ataque.

Logré derribarlo, rápida corrí hacia Ethan y me arrodillé a su lado, lo agarré de una mano para hacerle saber que estaba con él.

—Ethan —lo llamé, con una mano le agarré por la mandíbula para moverle la cabeza—. Ethan.

Él gruñó y abrió sus ojos, me pareció ver que sus pupilas estaban raras, pero al pestañear volvieron a ser redondas.

—Luna..., deberías de irte —respondió, sonaba adolorido—. Y no me vayas a salir con que no te vas a ir sin mí, eh.

Me quitó las palabras de la boca la cual cerré al cabo de un par de segundos.

Él empezó a sentarse, pero sus ojos se agrandaron al ver tras de mí.

No necesité preguntar quién se encontraba a mi espalda, sentirlo me daba escalofrío.

—Eres una jovencita muy arriesgada —su voz me puso la piel chinita. Soltó un bufido para continuar—: algo que no me esperaba.

Ethan estaba dispuesto a atacarlo, pero me dio terror de que el tipo le hiciera un daño más grave, así que me lancé a los brazos de Ethan. Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas desaparecer...

Nunca antes había experimentado teletransportarme llevándome conmigo a otra persona, lo había hecho sola y resultaba agotador, pero esta vez, cuando aparecimos en un lugar que no sabía exactamente donde, mis piernas flaquearon al punto que me dejé caer, sin embargo, Ethan me sostuvo.

—Luna —musitó cerca de mi oreja, haciendo que los pelos de la nuca se me erizaran.

—No quiero perderte —le dije sincera al apartarme lo suficiente de él para mirarlo.

—Tranquila, no moriré tan fácilmente —llevó un mechón de mi pelo tras la oreja.

—Que este no sea el momento en que nos besamos y luego uno de los dos muere —expresé como si se tratara de un reclamo, había leído y visto tantas escenas similares que ahora que lo experimentaba en carne propia me causaba paranoia.

Ethan sonrió, una sonrisa tan linda que me derritió y apagó todos mis sentidos; pegó su frente en la mía, al tiempo que la punta de su nariz frotaba la mía.

—No quiero morir, pero sí quiero besarte.

Entonces sonreí, enternecida por sus palabras. Aunque en realidad no sabía sí debía tomarlas en serio o que se trataba uno de sus juegos que solía usar conmigo.

—Entonces hazlo —reté, enarqué una ceja.

Sonrió como si hubiera acabado de contar un mal chiste y sólo lo hacía por cortesía, eso me molestó y de inmediato lo tomé como una más de sus estúpidas bromas, por lo que terminé empujándolo para alejarlo de mí y trastabillé hacia atrás.

Estuve a punto de caer por la orilla del puente de piedra que había cruzado junto con Mónica hace rato, dejándome completamente sorprendida de haber pensado inconscientemente en ese lugar para traer a Ethan conmigo, pero alguien me sostuvo por la cintura y no era Ethan porque él estaba frente a mí sin mirarme.

Un terrible escalofrío me recorrió todo el cuerpo al girar un poco la cabeza para ver a la persona que me había atrapado. Tragué saliva por la sorpresa de ver aquellos ojos casi dorados y sus pupilas en rendija como si fuera una aguja, pero luego se fueron expandiendo hasta quedar redondas.

Luna Blackwood: Una Bruja RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora