Capítulo 9.

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Evangeline

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Evangeline

Nos detuvimos a mirar las películas que se estaban proyectando ese día en el cine y me di cuenta de que Louis estaba muy concentrado en el cartel de la última película de Iron Man. Sabía que me iba a dejar decidir a mí qué película íbamos a ver, así que quise hacerle feliz.

- Quiero ver la de Iron Man – Louis alzó una ceja extrañado - ¿Qué pasa que a las chicas sólo nos pueden gustar las películas de amor?

- Cada día me sorprendes más Evangeline – Louis se acercó a la taquilla para sacar las entradas, pero no le dejé pagar – Te dije que te iba a invitar yo.

- Pero que me invites a ir al cine no significa que me tengas que pagar la entrada, además que quiero pagarlas yo.

- Que te he dicho que no – Louis sacó la tarjeta de crédito de la cartera, pero le di un empujón.

- Cóbreme a mí, por favor – el muchacho de la taquilla no paraba de mirarnos con una sonrisa. Le entregué un billete para pagar y vi a Louis cruzado de brazos, lo que me hizo gracia – Para la próxima, pagas tú – esta vez fui yo la que le guiñé un ojo y me agarré a su brazo para entrar juntos.

Estaba centrada en la película hasta que un brazo se posicionó alrededor de mi hombro, lo que provocó que me perdiera por completo en la trama. Yo apoyé mi cabeza en su hombro y él me atrajo más a su cuerpo inundando mis fosas nasales de su varonil aroma.

Un extraño sentimiento emanó mi corazón, queriendo probar el sabor de sus labios y sintiéndome prisionera de sus brazos. Hay millones de razones que me dicen que me aleje de él, pero sus hermosos ojos endulzan mi alma, su sonrisa llena mi corazón y su tierna voz cuando está calmado derrite mis sentimientos, incluso su silencio eriza mi piel.

Sin darme cuenta las luces se prendieron, dando por finalizada la película. Si ahora mismo me pidieran hacer un resumen la película, sólo hablaría de lo que Louis despierta en mi interior.

Salimos del cine, pero no quería separarme de él, deseaba con todas mis fuerzas perderme con Louis en cualquier rincón del mundo y olvidar todo lo que nos rodeaba. El recuerdo de los exámenes para los que tenía que estudiar me hizo darme de cruces con la realidad, no podía dejar pasar ni una sola distracción.

- ¿Quieres ir ya a casa? – ninguno de los dos queríamos separarnos, lo podía sentir.

- Necesito estudiar – él se limitó a asentir y podría afirmar que estaba decepcionado, pero mi futuro estaba en juego.

Nuestras manos se volvieron a entrelazar, sintiendo la calidez de su palma contra la mía y guardando en ellas lo que no nos atrevemos a decir con palabras. Hoy mi vida tiene otro color, con un paraíso a nuestro alrededor y con la necesidad de seguir explorando.

Caminamos en un silencio que no era incómodo. Ambos estábamos sumidos en nuestros pensamientos y deseaba que en su mente yo estuviera presente. Llegamos a mi puerta y no sabía cómo despedirme de él.

REBEL BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora