Capítulo 24.

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Evangeline

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Evangeline

Normalmente las personas no cambian, más bien te muestran con el tiempo lo que son. Tener una actitud es como hacer algo determinado, aunque fuera de forma inconsciente, por lo que es muy difícil cambiar eso en una persona. Lo único que se podía conseguir era la adaptación de esa actitud hacia mejor.

En cambio, yo tenía esa pizca de esperanza de que Louis llegara a cambiar esa actitud.

Nada más llegar al centro comercial buscamos un restaurante que llenara nuestros estómagos. Divisamos uno de comida rápida que no estaba muy lleno y caminamos hacia él con nuestras manos entrelazadas. No eran las manos de Louis, era su tacto el que me hacía sentir plena.

Una chica de unos veinte años se acercó para tomarnos nota. Ella comenzó a tocarse los mechones de pelo que caían de su coleta haciéndome ver que estaba intentando impresionar a Louis, pero él estaba muy concentrado leyendo la carta como para darse cuenta.

Coloqué mi pierna derecha entre las piernas de Louis y comencé a recorrer una de sus piernas con la mía, captando por completo su atención. Quería que la camarera se diera cuenta de que estábamos juntos.

- Como sigas haciendo eso voy a tener que tumbarte encima de la mesa – me mordí el labio imaginando la escena.

La camarera captó al momento que no tenía nada que hacer con el castaño, por lo que se volvió desagradable.

- ¿Sabéis ya lo que vais a comer o lo vais a estar pensando durante todo el día? – la simpatía hecha persona. Me sentía bien por haber causado aquello en ella.

- Una hamburguesa especial y una cerveza – contestó Louis - ¿Tú que quieres Evangeline?

- Lo mismo para mí – le entregué la carta a la camarera regalándole mi mejor sonrisa.

Después de comer pasamos por un montón de tiendas. Louis no rechistaba, pero podía ver en su cara lo aburrido que estaba de ver tanta ropa de mujer junta. Siempre que entrábamos al probador, él me decía lo mismo de todos los conjuntos que me probaba.

- No está mal – esa era su frase estrella del día.

Me adentré en la zona de caballero para encontrar algo que le pudiera gustar a Louis, aunque intuía que debía ser algo oscuro. Imaginé su cuerpo enfundado en una camisa y perdí la razón de sólo pensarlo.

- ¿Qué te parece esta camisa? – le mostré una camisa blanca básica con la que se vería de lujo.

- Horrible – se dio media vuelta para salir de la tienda, pero le agarré del brazo para detenerle.

- Al menos pruébatela. Hazlo por mí – le puse cara de cachorrito y él me arranco la camisa de la mano de mala gana para entrar al probador - ¿Te la has puesto ya?

- Te he dicho que era horrible – abrió la cortina que me separaba de él y me quedé asombrada al ver el perfecto contraste que sus ojos azules hacían con aquella camisa.

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